El gobierno japonés indicó el martes que enfrenta en “estado de alerta máxima” los problemas de la central nuclear de Fukushima, tras la detección de plutonio y de agua altamente radiactiva que obligó a frenar las obras de reparación.

El terremoto de 9 grados de magnitud y el gigantesco tsunami consecutivo que azotaron el nordeste del país el 11 de marzo causaron unos 28.000 muertos y desaparecidos y dañaron los circuitos de enfriamiento de los reactores de la central de Fukushima Daiichi (Fukushima N°1), provocando una serie de accidentes y vertidos radiactivos.

Durante una reunión en el Parlamento, el primer ministro japonés, Naoto kan, reconoció que la situación sigue siendo “imprevisible” y afirmó que su gobierno enfrenta el problema en “estado de alerta máxima”.

Las operaciones continúan en la central con el objetivo de estabilizar la situación en los reactores y reparar los circuitos de enfriamiento.

Hay que limitar asimismo el vertido en el medio ambiente del agua de mar lanzada en grandes cantidades los primeros días para enfriar los reactores; esa agua fue reemplazada recientemente por agua dulce, a causa de los efectos corrosivos de la sal en el material.

Los temores de contaminación del medio ambiente y de la cadena alimentaria aumentaron después de que el lunes por la tarde se anunciara que se detectó plutonio en cinco análisis de tierra efectuados hace una semana en el recinto de la central.

“El plutonio procede probablemente de las barras de combustible”, afirmó el portavoz del gobierno japonés, Yukio Edano.

La empresa que explota la central, Tokyo Electric Power (TEPCO), aseguró empero que las tasas de plutonio evaluadas no presentan riesgos para la salud.

Los expertos consideran que probablemente combustible de los reactores 1 y 4 entró en fusión en las horas que siguieron al tsunami, desprendiendo substancias radiactivas.

La central de Fukushima, construida hace más de 40 años en la costa del Pacífico, 250 km al norte de Tokio, no fue concebida para resistir a un tsunami de 14 metros de altura, como el que azotó la zona.

“No podemos negar que la evaluación del peligro de un gran tsunami en aquella época fue ampliamente errada”, reconoció Kan el martes.

Un control de todas las plantas nucleares del país será llevado a cabo para verificar su adecuación a los riesgos reales, indicó por su parte el portavoz del gobierno.

En Fukushima, la corriente fue parcialmente restablecida en el nivel del reactor 4, cuya sala de control vuelve a tener luz, como era ya el caso para los reactores 1 a 3.

Cientos de obreros, bomberos y soldados se relevan día y noche desde el accidente, a menudo poniendo en peligro sus vidas, para tratar de reparar el sitio. Al menos 19 personas han sido expuestas a altos niveles de radiactividad.

A raíz del regado masivo de los reactores, miles de metros cúbicos de agua contaminada inundaron edificios anexos y túneles técnicos con salida al aire libre, a unos 60 metros de la costa.

La impermeabilidad de todos los pozos que conducen a los túneles técnicos debe ser verificada a fin de impedir que el agua contaminada se expanda, indicó TEPCO.

La empresa no descartó que hubiera vertido al océano, donde los niveles de radiactividad llegaron a cerca de 2.000 veces por encima de lo normal la semana pasada, antes de caer a sólo 30 veces el nivel normal el lunes.

Los trabajos de bombeo del agua contaminada van a ser complicados, ya que los técnicos deben encontrar un medio para trasvasarla a depósitos sin exponerse a dosis mortales de radiación.

La presidenta de la grupo nuclear francés Areva, Anne Lauvergeon, se trasladará a Japón junto con cinco expertos especialistas de la descontaminación de desechos radiactivos y de la gestión de piscinas de combustible gastado.

Expertos de la compañía francesa EDF y del Comisariato francés de Energía Atómica (CEA) son esperados también en Japón para ayudar a tratar el agua radiactiva.

Por otra parte, el presidente francés Sarkozy realizará el jueves una breve visita a Tokio para manifestar la solidaridad de los países del G20 con Japón.