La derrota de la gobernante UMP en las elecciones cantonales del domingo en Francia desató una crisis en el seno de la derecha que alcanzó su clímax en un enfrentamiento verbal entre el primer ministro y el jefe del partido del presidente francés Nicolas Sarkozy.

Las discrepancias entre el presidente francés y su jefe de Gobierno, Francois Fillon sobre la consigna de voto a sus electores en el caso de duelos entre un candidato de izquierda y uno de extrema derecha en la segunda vuelta de esos comicios locales habían quedado en evidencia la semana pasada.

Sarkozy instó a no votar “ni por el Frente Nacional ni por el Frente Republicano” y el segundo llamó a votar “contra el Frente Nacional”.

Tras la derrota oficialista en las urnas con una UMP 15 puntos por detrás de los socialistas, seguida de cerca por un Frente Nacional (FN, extrema derecha) que sigue ganando terreno pese a la estrategia del ejecutivo de arrebatarle sus temas predilectos para ganarle electores, las diferencias se acentuaron.

Esta vez, los protagonistas fueron el secretario general de la UMP, Jean Francois Copé y el primer ministro, de estilos y ambiciones disímiles. El primer no oculta su deseo de aspirar a la presidencia en 2017.

“Ajuste de cuentas”, “motín” o “turbulencias en la UMP”, eran algunos de los títulos de la prensa francesa del martes refiriéndose a las declaraciones de Copé el lunes de noche, a menos de 24 horas de la derrota del partido que dirige desde noviembre pasado.

Una vez más, la manzana de la discordia fue el debate sobre el laicismo y el islam -otro tema preferido de la extrema derecha- sobre el cual Sarkozy insiste en discutir pese a que está levantando pasiones en las filas de su partido.

“Algunos no lo quieren porque probablemente están mal informados”, empezó diciendo Copé por televisión interrogado sobre las reservas de Fillon respecto de la oportunidad del debate sobre el laicismo, antes de reprocharle al jefe de gobierno “¿por qué no puede actuar de forma colectiva por una vez?”.

Sarkozy los reunió a ambos antes de la reunión semanal de gabinete.

“No se puede exponer sus diferencias con el primer ministro así por televisión”, dijo Fillon según un participante.

A fines de febrero, Fillon había afirmado que se opondría a dicho debate “si se iba a centrar en el islam” o si iba a “estigmatizar a los musulmanes”.

Tras las declaraciones de Copé, un diputado muy cercano al jefe de Gobierno francés -que sigue aventajando en popularidad al propio Sarkozy- reclamó la renuncia del secretario general de la UMP.

“Nunca un secretario general de un movimiento atacó de forma tan violenta y brutal a un jefe de gobierno”, sostuvo Etienne Pinte. “Si no está de acuerdo con el primer ministro designado por el presidente, puede renunciar (…) y a mi entender, cuanto antes lo haga, mejor será”, sentenció.

Ya el lunes el debate sobre el laicismo había provocado un cortocircuito entre el portavoz del gobierno, Francois Baroin, favorable a “poner fin a todos esos debates” y el presidente que lo desautorizó al reafirmar que ese debate tendrá lugar.

A la luz de las encuestas sobre intenciones de voto en la presidencial de 2012 según las cuales Sarkozy sería eliminado en la primera vuelta por la candidata del Frente Nacional, algunos analistas afirman que “Sarkozy ha perdido su influencia en la propia derecha”.

Otros se preguntan “cómo va a hacer la derecha (en Francia) para aguantar hasta la presidencial si una simple elección cantonal la está desuniendo”.