Las potencias aliadas buscaban nuevamente el jueves superar sus diferencias para decidir si la OTAN toma el relevo de Estados Unidos en el mando de las operaciones en Libia, como defienden cada vez más países, pese a las reticencias de Turquía.

Los embajadores de la Alianza Atlántica tenían previsto reunirse un día más a puerta cerrada en el cuartel general de Bruselas para tratar de desbloquear el debate. Al mismo tiempo, los líderes de la UE incluyeron la intervención en Libia en el orden del día de una cumbre abierta también en la capital belga.

Al tiempo que la coalición liderada por Estados Unidos, Francia y Gran Bretaña bombardea desde el sábado objetivos militares en Libia para forzar la caída del líder Muamar Gadafi, las presiones para que la OTAN asuma el mando de las operaciones se multiplican.

Gran Bretaña, Italia, Canadá, Dinamarca o Noruega reclaman una transferencia rápida de la coordinación a la OTAN y Estados Unidos previno que prevé pasar pronto el relevo a otra estructura militar, sin citar públicamente la Alianza.

El ministro británico de Relaciones Exteriores, William Hague, pidió que la OTAN “dirija cuanto antes” las operaciones, confiando en un acuerdo “rápido”.

Holanda se sumó el jueves a esa petición: “Para participar en una zona de exclusión aérea” que persigue impedir volar a los aparatos de Gadafi, “queremos el mando y el control de la OTAN”, dijo el primer ministro, Mark Rutte.

Francia, hostil a reservar un papel destacado a la OTAN por temor a levantar el rechazo del mundo árabe, cedió en la cuestión del mando militar, pero sigue exigiendo que la dirección política recaiga en un grupo de países que incluya además la Liga Arabe y la Unión Africana.

Una reunión de ese grupo está prevista el próximo martes en Londres, convocada por los gobiernos británico y francés.

Bélgica apoyó el jueves la posición francesa al asegurar que “la OTAN tiene un rol a nivel del mando técnico militar, pero está claro que las instrucciones políticas deben proceder de un foro más amplio”.

Pero Turquía, el único país árabe miembro de la OTAN, es reticente a aceptar un mayor peso para la organización en el conflicto Libio que por ahora sólo se ocupa de vigilar desde el Mediterráneo el embargo de armas decidido por la ONU contra el régimen libio.

Ankara bloqueó el miércoles una decisión de los aliados para participar en la zona de exclusión aérea, exigiendo que antes la coalición suspenda sus ataques y que la Alianza descarte toda acción ofensiva en Libia.

Sin embargo, el Parlamento turco dio luz verde este jueves al envío de buques a la zona en el marco de la OTAN.

Una solución, según fuentes diplomáticas, consistiría en crear dos grupos en el seno de la Alianza: uno que participaría en ataques contra Gadafi y otro que se quedaría al margen.

Entre estos últimos, figuraría Alemania, completamente opuesta a la intervención en Libia.

Paralelamente a la campaña militar, las potencias europeas están divididas sobre cómo actuar ante una posible llegada masiva a su territorio, especialmente a Italia por su proximidad geográfica, de inmigrantes huidos de Libia y de otros países escenario de rebeliones en el norte de África.

Unos 800.000 trabajadores extranjeros permanecen en Libia, según la Organización Internacional de Migración, aunque no existe por ahora una estimación de cuántos de ellos quieren dejar el país sacudido por la guerra entre Gadafi y los rebeldes.