Blogueros seguidores del gobierno cubano y opositores recrudecieron la “ciberguerra” para imponer su versión sobre Cuba, con todas las armas que la tecnología y el ingenio permiten: desde las modernas redes sociales hasta el más corrosivo humor.

Más de 200 blogueros oficialistas (http://bloguerosrevolucion.ning.com) y unos 70 críticos del gobierno cruzan ácidas acusaciones y descalificaciones en portales, blogs, Twitter, Facebook, Vimeo o Youtube, cargadas de ironías.

Los afines al gobierno tildan de “cibermercenarios” a los del otro bando, al afirmar que detrás está el enemigo Estados Unidos; y los opositores llaman a aquellos “ciberpolicías” que ejercen tareas de choque en la red.

Pero es una guerra para el exterior. La mayoría de la población está ajena a ella en un país con sólo 1,6 de 11 millones de cubanos con acceso a internet, según Cuba porque el embargo estadounidense le impide usar fibras ópticas y de acuerdo con sus críticos porque censura la información.

El más reciente episodio de esta batalla virtual fue la difusión esta semana del documental oficial “Las razones de Cuba” en televisión y el video opositor “Razones ciudadanas” en Vimeo.

En su programa, las autoridades ponen en el centro de la “ciberguerra” a la bloguera Yoani Sánchez, a quien mostraron en encuentros con diplomáticos estadounidenses y tacharon de “vedette política” pagada con premios internacionales que suman el medio millón de dólares.

“El tema de los ciberdisidentes no es un fenómeno nuevo. A través de blogueros y redes sociales se han promovido y organizado en el mundo” rebeliones y demonizado el socialismo, destacó el documental.

Sánchez, que abrió su blog (http://www.desdecuba.com/generaciony/) en 2007 -en 20 idiomas-, afirma en el video opositor que “la nueva satanización de internet” se debe a que el gobierno comunista “está nervioso” y teme que las redes sociales jueguen en Cuba “un papel similar” a lo ocurrido en Egipto.

En febrero, Cubadebate.cu, que publica las “Reflexiones” del líder Fidel Castro, y blogs oficialistas se burlaron de una convocatoria en Facebook a una revuelta como en Egipto, colgando un video en el que niños jugaban béisbol y ancianos disfrutaban de una apacible tarde habanera en el parque de la supuesta cita.

La confrontación promete. En julio operará el nuevo cable óptico venezolano y ambos bandos tendrán al menos mayor velocidad en internet, los blogueros revolucionarios con conexión facilitada y los opositores en hoteles a 7 dólares la hora.

Sánchez, filóloga de 35 años, creó una academia de blogueros “para romper el cerco informativo del régimen”; mientras Cubadebate lanzó su portal en inglés y hace poco celebró que el Twitter @reflexionfidel superó los 100.000 seguidores.

“Tenemos un millón de profesionales. Somos una fuerza incalculable, que la contrarrevolución no tiene”, dice el bloguero Enrique Ubieta (http://la-isla-desconocida.blogspot.com).

La bloguera opositora Miriam Celaya cree que a la blogosfera “creada desde la oficialidad” para contrarrestar a la “alternativa” le falta “frescura y espontaneidad”.

Atrapado en la ciberguerra, el contratista estadounidense Alan Gross fue condenado hace diez días a 15 años de cárcel, acusado de trabajar para Estados Unidos en un plan de redes informáticas clandestinas en Cuba.

Cables de Wikileaks revelaron que Washington apuesta por opositores jóvenes como los blogueros. Cuba dice que “el enemigo” trata de introducir antenas satelitales camufladas hasta en tablas de surf y llama a defender la revolución en la red.

“¿Sabe Ud qué son las Brigadas de Respuesta Cibernética (BRC)? Tropas de choque organizadas para hacer actos de repudio en la web. La lapidación mediática es una arma muy recurrida por regímenes autoritarios”, dijo Sánchez en su Twitter, con más de 100.000 seguidores.

Su contraparte Yohandry (http://www.yohandry.com) atrae haciendo gala de lo bien informado que está con su fuente “el Chino Ip”, bajo el enigma de su verdadera identidad, e ironizando con frases como “Urgente, Cuba no detendrá a Yoani Sánchez”.

Al menos ni una ni otra blogotrinchera carece de sentido del humor.