Apenas 24 horas después de caer derrotado en el Torneo de Indians Wells, el número uno del tenis mundial, el español Rafael Nadal, pudo desquitarse del serbio Novak Djokovic y lo venció 7-6, 6-3 en un entretenido partido de exhibición este lunes en Bogotá.

Aunque el cansancio por el encuentro de la víspera y especialmente por el largo vuelo desde California, se notaba en sus físicos, los dos mejores del escalafón mundial dieron todo de sí para brindar el espectáculo que deseaban ver los 14.000 espectadores presentes en el coliseo El Campín.

El juego, que duró una hora y 22 minutos, comenzó con un Djokovic más agresivo, que incluso en varios pasajes hizo lucir al español un tanto agotado, especialmente cuando el primero lo exigía cerca de la red.

Sin embargo, el español comenzó a remontar el partido que poco a poco fue tornándose en algo más que una simple exhibición. De hecho, ninguno de los dos pudo quebrar el servicio del contrario y al cabo de casi una hora se fueron al tie-break que finalmente fue para Nadal.

A pesar de la seriedad que el español quiso imprimirle al enfrentamiento, su rival apeló a la distensión y en no pocos pasajes recurrió a las bromas, incluso con saludos a los jueces por decisiones a su favor, o alentando al público.

En el inicio del segundo set, Djokovic trató de jugar con más energía pero Nadal se apersonó de su lugar en el tenis mundial quebrándole el servicio, y aunque el serbio hizo lo propio para el 3-3, en adelante el español se empleó a fondo para en cerca de 20 minutos dar por terminado el set en 6-3.

Una mochila típica elaborada por los indígenas del norte del país y el tradicional sombrero ‘voltiao’, hecho con una fibra vegetal, fueron el regalo para los dos tenistas, que prometieron regresar a Colombia tras declarar su satisfacción por el apoyo recibido.

El trofeo al vencedor del encuentro fue entregado por el propio presidente Juan Manuel Santos, quien también aportó para el listado de las anécdotas, ya que cuando fue a saludar públicamente al jugador serbio equivocó su apellido, originando la silbatina y la risa del público asistente.