El primer ministro británico, David Cameron, afirmó este lunes en el parlamento que la coalición internacional carece de mandato para derrocar al líder libio Muamar Gadafi, contrariamente a lo que sugirieron previamente miembros de su gobierno.

“La resolución de la ONU tiene un alcance limitado. No otorga explícitamente autoridad legal de acción para provocar la salida de Gadafi del poder por medios militares”, afirmó Cameron en un debate en el que esperaba lograr el máximo respaldo para la participación británica en la operación.

A última hora de la noche, tras un largo debate en la Cámara de los Comunes controlada por su coalición gubernamental de conservadores y liberaldemócratas, el resultado de la votación fue de 557 votos a favor de una intervención de las fuerzas armadas británicas en cumplimiento de la resolución 1973 aprobada la semana pasada en el Consejo de Seguridad de la ONU, contra sólo 13 en contra, entre un total de 650 diputados.

En las últimas 24 horas, dos miembros de su gobierno, el ministro de Defensa Liam Fox y el de Relaciones Exteriores William Hague parecieron sugerir que Gadafi era un objetivo legítimo después de que un misil de la coalición destruyera el domingo un edificio administrativo del complejo residencial del líder libio en Trípoli.

Fox había indicado que Gadafi era un objetivo “potencialmente posible”, a lo que su homólogo norteamericano, Robert Gates, respondió de inmediato que era “insensato” matar al líder libio.

Interrogado al respecto este lunes, el británico de Relaciones Exteriores, William Hague, tampoco descartó del todo esa opción, declarando en los micrófonos de la radio BBC que no iba a “especular sobre objetivos” pero que estos “dependen de las circunstancias en cada momento”.

Ante los diputados, Cameron afirmó que “el futuro de Libia debe decidirlo el pueblo de Libia, ayudado por la comunidad internacional”, agregando sin embargo que en su opinión “no hay un futuro decente para Libia si el coronel Gadafi se mantiene en el poder”.

Deseoso de evitar los errores de su predecesor laborista Tony Blair, cuya decisión de intervenir militarmente con Estados Unidos en Irak sin autorización del Consejo de Seguridad empañó todo su gobierno, Cameron se empleó en defender la legalidad de la operación.

“Esto no será un nuevo Irak”, afirmó el primer ministro en su comparencia.

Según él, esta operación, además de ser necesaria, permitió “evitar lo que podría haber sido una masacre sangrienta” de las fuerzas leales a Gadafi en Bengasi, el bastión de la oposición, “justo a tiempo”.

La coalición liderada por Estados Unidos, Francia y Gran Bretaña empezó a bombardear el sábado por aire y por mar objetivos militares libios para tratar de detener la represión de la insurrección que estalló el 15 de febrero contra el régimen del coronel Gadafi.

El primer ministro destacó el lunes los “buenos progresos” logrados en los dos primeros días.

“Las fuerzas de la coalición han neutralizado ampliamente las defensas antiaréas libias y como resultado se ha instaurado de forma efectiva una zona de exclusión aérea sobre Libia”, dijo al declarar que ése era el objetivo principal junto con la protección de los civiles.

Las fuerzas británicas participaron el domingo en un ataque contra los sistemas libios de defensa antiaérea, lanzando misiles de crucero Tomahawk desde un submarino en el Mediterráneo.

Este lunes entraron en liza los aviones de combate Typhoon para ayudar a hacer respetar la zona de exclusión aérea.

Interrogado por un diputado, sobre la falta de respaldo del mundo árabe a esta operación esencialmente occidental, Cameron indicó que se esforzaban por “lograr el máximo apoyo árabe posible”.

Según un sondeo ITV/ComRes publicado este lunes por la noche, la mayoría de los británicos (53%) estiman que sus soldados no deberían arriegar su vida para ayudar a las fuerzas de oposición en Libia, mientras que sólo un tercio (35%) aprueban los los ataques contra el régimen de Gadafi.