Platos dorados, cajas de té esmaltadas, obras de macramé: entre los miles de recuerdos que cubren paredes y el techo del pub londinense “Windsor Castle”, dedicado a la familia real, la recién llegada Kate Middleton se enfrentará a una dura competencia para hacerse un lugar.

La boda entre el príncipe Guillermo y Kate Middleton se celebrará dentro de algo más de un mes, pero Edward Wheeler ya ha pasado su pedido: “Espero que me lo entreguen, me han prometido platos y otros recuerdos”, dice el camarero de 64 años, los últimos siete detrás de la barra del “Windsor Castle”.

“Cuando tenga la mercancía, veré como lo dispongo todo”, explica mientras sirve una pinta de cerveza “London Pride”. Pero encontrar un lugar para la nueva pareja no será tarea fácil en este pub en el que ya no cabe un alfiler.

El “Windsor Castle”, una especie de museo dedicado a la familia real en el centro de Londres, parece haber archivado metódicamente los recuerdos más rococós de los acontecimientos reales desde su inauguración hacia 1870.

El pub, que lleva el nombre del castillo, está custodiado por una réplica de tamaño natural de un guardia real: con su guerrera roja y su gorro de piel de oso, se erige orgulloso en una garita instalada en la terraza, entre algunas mesas con manteles de cuadros.

En el interior, la luz casi no entra debido a los cientos de platos colgados en las ventanas.

En la relativa penumbra de esta caverna de Alí Babá real, lo raro rivaliza con lo extravagante: medallones, cabezas de madera tallada y esculturas de arena se codean con la maqueta del barco de rueda de paletas “Windsor Castle” antaño utilizado por la reina Victoria y con escudos de armas de cerca de un metro de alto.

Pero en el firmamento del ‘kitsch’ domina Diana. La llorada “Princesa del pueblo” aparece en latas de cerveza “Special Royal Wedding” (“Especial boda real), fabricadas con motivo de su enlace con el príncipe Carlos en 1981, pero también en numerosas fotos, joven, sonriente y con su peinado característico imitado por millones de mujeres en el mundo.

Si hay algo que no se moverá para hacerle un lugar a Kate son esas fotos: “No creo que Kate pueda reemplazar a Diana. Diana era realmente especial”, dice la propietaria del pub, Heather Robinson, con voz entrecortada.

“La princesa Diana era un icono. Siempre lo será en nuestros corazones”, agrega una clienta, Amanda, de 25 años. “Se merece realmente su popularidad”, asegura esta turista estadounidense mientras saborea una bebida de cola.

Esto no impedirá que el “Windsor Castle” celebre por todo lo alto la próxima boda real. “Va a ser fantástico”, se entusiasma Heather. “Vamos a organizar nuestra propia fiesta. Vamos a poner banderines, fotos de Guillermo y Kate y vamos a crear un cóctel en su honor”, explica.

Lo que sí tienen claro es que no van a exponer los platos, tazas y otros objetos antes de la boda. “¡Oh no!, dice el camarero Edward Wheeler. “Nunca se sabe. Podrían romper”.