La coalición internacional pasó a la ofensiva el sábado, con bombardeos aéreos y el lanzamiento de más de 110 misiles Tomahawk sobre objetivos en Libia, provocando la respuesta del líder Muamar Gadafi, que amenazó con atacar “cualquier objetivo civil y militar” en todo el Mediterráneo.

Tras semanas de vacilaciones, un mandato de la ONU y una cumbre celebrada el sábado en París con participación de los países occidentales y árabes, se inició una intervención militar en Libia reclamada por la oposición al coronel Muamar Gadafi para detener la represión de la revuelta lanzada contra el régimen hace algo más de un mes.

La operación internacional, coordinada desde una base estadounidense ubicada en Alemania, empezó a las 16:45 GMT, con un bombardeo aéreo francés contra un vehículo de las tropas leales a Gadafi.

Posteriormente, las fuerzas de Estados Unidos y Gran Bretaña lanzaron desde barcos y submarinos al menos 110 misiles de crucero Tomahawk contra una veintena de objetivos en toda la costa libia, destruyendo sistemas de defensa antiaérea y enlaces de comunicación estratégicos.

También participaron cazas Tornado de las RAF, confirmó un portavoz del ejército británico.

Los bombardeos continuaron en Trípoli en la madrugada del domingo y la defensa antiaérea desplegada en la capital libia entró en acción, según un periodista de la AFP.

Un avión sobrevoló el sector de la residencia-cuartel del dirigente Muamar Gadafi, en Bab al Aziziya, en el sur de la capital, según el corresponsal de la AFP, que se hallaba en un hotel, a un kilómetro de la residencia y que escuchó varias explosiones.

Gadafi calificó los ataques aéreos de la coalición occidental de “injustificada agresión cruzada” contra la que “el pueblo libio luchará” y amenazó con atacar objetivos “civiles y militares” en el Mediterráneo, según un mensaje de radio difundido el sábado por la televisión oficial libia.

“Los intereses de los países participantes en la agresión están en peligro”, insistió.

Aseguró también haber “abierto los depósitos de armas para armar a las masas libias con el fin de defender la unidad de Libia y su territorio”.

El dirigente libio llamó “a los pueblos árabes, africanos y latinoamericanos a apoyar al pueblo libio”.

Una fuente oficial libia indicó a la AFP que al menos 48 personas, “de las cuales 26 en Trípoli” murieron el sábado en los ataques lanzados por la coalición contra varias ciudades del país, aunque subrayó que el balance era “provisional”.

El ejército libio confirmó posteriormente esta cifra, añadiendo 150 heridos.

Anteriormente, un portavoz del ejército libio había denunciado que las fuerzas “enemigas” bombardearon objetivos “civiles y militares” en Trípoli, Misrata, Zuara y Bengasi, así como un hospital en Bir Osta Miled, a 15 km al este de la capital.

El inicio de la operación militar fue recibido con disparos de alegría y toques de cláxon en Al Marj, a un centenar de km al noreste de Bengasi, el feudo de la rebelión.

“El uso de la fuerza no era la opción que preferíamos”, declaró el presidente estadounidense Barack Obama, de visita en Brasil, “pero no podemos quedarnos de brazos cruzados cuando un tirano dice a su pueblo que no tendrá piedad”.

Obama, sin embargo, insistió en que ha autorizado una “acción militar limitada” que excluye un despliegue de tropas norteamericanas en territorio libio.

Rusia y China lamentaron la intervención armada. Ambos países, miembros permanentes del Consejo de Seguridad, se abstuvieron en el voto de la resolución, pero no utilizaron su derecho a veto para bloquear el texto.

Según un comunicado publicado el domingo en el que no se pide expresamente un alto el fuego, el gobierno chino espera “que Libia pueda restablecer su estabilidad tan pronto como sea posible y evitar nuevas víctimas civiles ligadas a la escalada del conflicto armado”.

En cambio, Japón mostró el domingo su apoyo “a las medidas tomadas por los Estados miembro de la ONU de acuerdo con la resolución 1973 del Consejo de Seguridad” y condenó “a las autoridades libias por la continuación de la violencia contra su pueblo2, según un comunicado del ministro de Relaciones Exteriores, Takeaki Matsumoto.

La Unión Africana, por su lado, llamó al “cese inmediato de las hostilidades”.

El presidente venezolano, Hugo Chávez, calificó de “irresponsable” y de “injerencia” la acción internacional y el gobierno ecuatoriano tildó la ofensiva de “inadmisible” e “intrusión”.

Por su parte, el presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, instó a la ONU y a la coalición internacional a “recapacitar” y “atender” la disposición de Gadafi de “dialogar” para frenar los ataques.

El presidente de Guatemala, Álvaro Colom, reclamó que la intervención sea “rápida” y concluya sin la muerte de civiles.

El Consejo de Seguridad de la ONU autorizó el jueves el uso de la fuerza y la imposición de una zona de exclusión aérea para proteger a la población libia de la contraofensiva lanzada por Gadafi para aplastar a la rebelión que desde mediados de febrero se hizo con el control de varias ciudades.

Tras el ataque, el régimen libio afirmó que considera “nula” esa resolución de la ONU y reclama “una reunión urgente del Consejo de Seguridad” después de la “agresión (…) contra un Estado independiente y miembro de Naciones Unidas”.

Libia vive desde el 15 de febrero una revuelta contra el régimen de Gadafi, cuya represión ha causado cientos de muertos y ha obligado a más de 300.000 personas a huir del país.