La crisis nuclear que vive Japón desde hace una semana sacude los mercados de la energía, haciendo caer los precios del uranio y subir los del gas y el carbón cuando las energía fósiles siguen siendo la única posible alternativa al átomo.

El terremoto y el tsunami que azotaron Japón y desataron graves problemas en la central nuclear de Fukushima, deberían afectar en primer lugar a la demanda energética del archipiélago, tercer consumidor de crudo del planeta y cuya economía va a sufrir.

Esta perspectiva hizo caer el martes el precio barril de cinco dólares en Londres, pero repuntó y el jueves ya había recuperado el terreno perdido.

“La bajada era exagerada. En cuanto la actividad económica se reactive, la reconstrucción de Japón requerirá gran cantidad de energía”, señaló Amrita Sen, analista de Barclays Capital.

Para compensar la interrupción de una parte de su parque nuclear, Japón deberá aumentar rápidamente su producción de electricidad procedente de las centrales térmicas que queman petróleo y de otras energías fósiles.

Para los economistas del banco Societé Generale, casi la mitad de esta energía térmica para suplir la energía nuclear podría provenir del gas natural y más de una tercera parte del carbón.

“Sin embargo, la perspectiva de un aumento del consumo japonés no explica por si sola la fuerte progresión de los precios del gas que hemos visto esta semana”, explicó Thierry Bros, analista del banco francés.

“La crisis japonesa reabrió el viejo debate sobre la energía nuclear: si vemos a los países desarrollados meterse en una salida ordenada de lo nuclear, a un plazo más o menos determinado, hay que esperar una fuerte subida de los precios del gas”, explicó.

El precio de referencia del gas natural en Europa subió más de 13% entre el viernes de la semana pasada y el jueves, mientras que los precios del carbón para entrega en abril progresaban más de 10%, alcanzando su máximo en dos años y medio, según cifras de la casa de corretaje Westhouse Securities.

Al mismo tiempo, el precio del uranio se hundió un 25%, subrayaron los analistas de la empresa británica, quienes destacan que la inquietud respecto a la energía nuclear “reanima el interés del mercado por el gas y el carbón como una fuente de energía térmica”.

En una decisión emblemática, Alemania anunció esta semana el cese inmediato, por tres meses como mínimo, de los siete reactores nucleares más antiguos del país.

“La energía nuclear se ha convertido de repente en una reliquia peligrosa de la era de la guerra fría”, señalan en una nota Daniel Brebner y Xiao Fu, de Deutsche Bank.

En caso de recomposición del paisaje energético europeo, el carbón, criticado por sus importantes emisiones de CO2, “podría parecer mucho más prometedor”, aseguran.

En Alemania, “la mitad de las pérdidas de electricidad debidas al cierre de centrales nucleares podrían compensarse con el carbón”, estimó también Deutsche Bank, que apuesta por un aumento de más de 20% del precio del carbón antes de 2013.

En este contexto, los precios de los permisos de emisión de CO2, que se negocian en el mercado europeo del carbono, subieron este semana y alcanzaron su máximo en más de dos años.

Para Thierry Bros, “lo que agita los mercados, en el fondo, es saber que asistimos a un giro de 180 grados de la política energética mundial. Antes del viernes de la semana pasada, la cuestión ni siquiera se planteaba”.