Las tropas de Muamar Gadafi seguían ganando terreno en Libia y avanzaban hacia el este un mes después del inicio de una rebelión que se transformó en guerra civil, sin que el G8 alcance un acuerdo sobre una posible intervención militar para frenar los bombardeos de la población civil.

Los rebeldes “ya no tienen esperanza, la causa ya está perdida para ellos”, aseguró el coronel Gadafi en entrevista al diario italiano Il Giornale, en la que rehusa cualquier negociación con “los terroristas”.

Los insurgentes solo tiene “dos posibilidades: o entregarse, o huir”, añadió y prometió no matar a quienes se rendirían.

En Ajdabiya, estratégico nudo de comunicaciones a 160 km al sur del feudo de la oposición en Bengasi, los insurgentes sufrieron bombardeos el lunes, pero prometieron resistir en caso de asalto.

El martes, las fuerzas gubernamentales llevaron a cabo otro bombardeo aéreo contra Ajdabiya, causando un muerto y un herido entre los rebeldes, según testigos y médicos.

Ajdabiya, ahora en primera línea de los combates entre las fuerzas gubernamentales y la insurrección, estaba el martes sacudida por el ruido de los detonaciones y de las baterías antiaéreas, según periodistas de la AFP.

En Paris, las grandes potencias del G8 no lograron ponerse de acuerdo sobre un intervención militar. El ministro francés de Relaciones Exteriores, Alain Juppé, reconoció “no haber convencido” a sus socios en este asunto.

Francia y Reino Unidos abogaban por la implementación de una zona de exclusión aérea, o por bombardeos con objetivos precisos para debilitar la potencia militar de Gadafi.

“Gadafi marca puntos” se lamentó el ministro francés, que defiende una refuerzo de sanciones contra el régimen libio.

El presidente estadounidense Barack Obama reiteró el lunes por la noche su advertencia al dirigente libio: “Gadafi perdió su legitimidad, debe irse”, declaró.

Pero al mismo tiempo su secretaria de Estado Hillary Clinton rechazó prometer una ayuda militar a los rebeldes, incluso bajo forma de entrega de armas, durante una entrevista el lunes en Paris con Mahmud Jibril, un miembro del Consejo Nacional de la Transición (CNT) creado por la oposición en Bengasi.

Clinton se limitó a prometer una eventual ayuda política y económica a la oposición libia.

El tiempo apremia para los rebeldes. El ejército libio anunció el domingo que se se encaminaba a “purgar” el país. En el este, hasta ahora controlado por la oposición, las ciudades caen una tras otra, gracias a la potencia de los bombardeos aéreos y de la artillería de los leales a Gadafi.

En Ajdabiya, muchos civiles han huido hacia Bengasi. Desde el 15 de febrero, la sangrienta represión de la insurrección causó centenares de muertos e impulsó a mas de 250.000 personas a huir del país.

En el hospital de Ajdabiya, el doctor Wanis Obeidi pudo constatar la evolución del conflicto. Al principio, “las víctimas eran atacadas por francotiradores, que disparaban a la cabeza, al cuello, a las partes genitales. Ahora, cada vez hay mas víctimas de bombas, y es necesario amputar”, aseguró.

En el oeste, los rebeldes controlaban aún Misrata, tercera ciudad del país a 150 km al este de Tripoli. Las fuerzas de Gadafi recuperaron en cambio el control del centro de Zuara, 120 km al oeste de la capital, tras combates contra los rebeldes que dejaron al menos un muerto.

En Tripoli, la oposición era reprimida “con brutalidad”, según la organización Human Rights Watch.

El emisario de la ONU para Libia, el jordano Abdul Ilah Jatib, reiteró el lunes su llamado en favor del fin de la violencia, y que se permita el acceso a las organizaciones humanitarias, durante una entrevista con el canciller libio, Musa Kusa.

Por otra parte, la producción de petróleo libio, habitualmente de 1,6 millones de barriles diarios, se encontraba prácticamente detenida en los últimos días debido a los combates, informó este martes la Agencia Internacional de Energía (AIE) en su informe mensual.