La Agencia Internacional de la Energía Atómica (AIEA) inició este lunes su reunión de primavera (boreal) dominada por dos casos conflictivos como son Irán y Siria.

La reunión de los 35 miembros del consejo de gobernadores debe prolongarse hasta el viernes. El director general, el japonés Yukiya Amano, debía pronunciar su tradicional discurso inaugural durante una sesión a puertas cerradas.

El controvertido programa nuclear de Irán, que desafió la comunidad internacional al continuar el enriquecimiento del uranio a pesar de varias resoluciones de la ONU acompañadas de sanciones, estará de nuevo al centro de los debates.

La AIEA continúa criticando a Irán por no cooperar plenamente con la agencia, y que en su último informe dio cuenta de “nuevas informaciones” sobre su programa nuclear alimentando los temores de una parte de la comunidad internacional según las cuales quiere dotarse del arma atómica.

En más de ocho años de investigación, la agencia aún no está en condiciones de determinar si los objetivos del programa iraní son pacíficos, como lo afirma Teherán, o de carácter militar.

Siria es el otro tema que preocupa a la AIEA, que desde hace tiempo trata de llegar a instalaciones sospechosas, el primero de los cuales el de Al Kibar, bombardeado en septiembre de 2007 por Israel que sospecha existen proyectos de construcción de un reactor nuclear.

No obstante, el país dio muestras de una leve apertura aceptando el envío de inspectores a su planta de Homs, al oeste de Siria, lo que podría representar “un paso adelante”, según la agencia. Siria no ha aceptado inspecciones en su territorio desde junio de 2008.

Mientras varios países, encabezados por Estados Unidos, presionan por conseguir acusar a Siria mediante una resolución o “inspecciones especiales”, esta concesión hecha debería permitirle un respiro a Damasco, al menos hasta la próxima reunión del consejo en junio próximo.

El viernes, un grupo de 25 parlamentarios estadounidenses llamó a la AIEA a que obligue a Siria a aceptar “inspecciones especiales” de sus instalaciones nucleares, estimando que el crédito de la agencia está en juego.