La aviación del líder libio Muamar Gadafi bombardeó el lunes las afueras del puerto petrolero de Ras Lanuf (este), desertado por la población despavorida, prosiguiendo su contraofensiva para tratar de aplastar la rebelión que desde hace tres semanas controla una parte del país.

Gadafi trata de romper también el cerco diplomático que le imponen las grandes potencias, que evalúan estrategias para impedir el bombardeo de la población civil y apoyar al Consejo Nacional instalado por la oposición en Bengasi (1.000 km al este de Trípoli).

La cancillería francesa aseguró que la Liga Árabe respaldaría la imposición de una zona exclusión aérea en Libia, al día siguiente de una entrevista en El Cairo entre el secretario general de esa organización, Amr Musa, y el jefe de la diplomacia francesa, Alain Juppé.

Gadafi, de 68 años, en el poder desde 1969, acusó a Francia de “injerencia” por haber brindado apoyo al opositor Consejo Nacional y volvió a achacar la insurrección a la acción de “extremistas armados” y de “células durmientes” de la red islamista Al Qaida, en declaraciones a la televisión France 24.

Dos bombardeos aéreos, con escasas horas de diferencia, se produjeron por la mañana en las inmediaciones de Ras Lanuf, comprobaron periodistas de la AFP.

El primero se produjo a unos dos kilómetros al este de la ciudad, en el desierto, y el segundo a unos 400 metros de un puesto de control de los rebeldes.

En ambos casos, dieron lugar a disparos de las baterías antiaéreas de las fuerzas anti-Gadafi.

La localidad ya había sido bombardeada dos veces el domingo, en incursiones que no dejaron víctimas.

Los habitantes de Ras Lanuf huyeron desde las primeras horas del día, por temor de que su ciudad se convirtiera en teatro de combates como los que la víspera se produjeron en Ben Jawad, unas decenas de km al oeste.

Los rebeldes habían ocupado el sábado Ben Jawad, camino de Sirte, la ciudad natal de Gadafi, pero las tropas del líder libio recuperaron el domingo la localidad y los obligaron a replegarse al cabo de combates que dejaron al menos 12 muertos y 50 heridos, según fuentes médicas.

“Oímos decir que (los hombres de Gadafi) detienen y secuestran. Tenemos que irnos ya”, explicó un hombre que dejaba Ras Lanuf en un automóvil con sus dos hijos pequeños.

En Misrata (tercera ciudad del país, entre Trípoli y Sirte), los tanques de Gadafi bombardeaban la ciudad, indicaron el domingo residentes, que advirtieron del riesgo de una “carnicería” sin una intervención de la comunidad internacional.

La rebelión libia, que se inició el 15 de febrero, provocó un éxodo masivo -de casi 200.000 personas- hacia los países vecinos.

Las agencias humanitarias de la ONU lanzaron el lunes un llamamiento urgente para recaudar 160 millones de dólares de ayuda para las víctimas del conflicto.

El llamamiento pretende paliar los padecimientos provocados por “la crisis actual en Libia, que causó la llegada de cerca de 191.748 personas a los países vecinos como Túnez, Egipto y Níger”, señalaron la ONU, la Organización Internacional para Migraciones (OIM) y las agencias asociadas en un comunicado.

El secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, nombró al ex ministro jordano de Relaciones Exteriores, Abdelilá al Jatib al frente de una misión que deberá entablar “consultas urgentes” con las autoridades libias y hacer una “evaluación” de la situación humanitaria.

El hijo de Gadafi, Saif al Islam, afirmó que Libia corría el riesgo de convertirse en “una Somalia del Mediterráneo”, con “piratas ante las costas de Sicilia, de Creta” y con “millones de emigrantes”.

En Estados Unidos, la presión aumentó el domingo para que el gobierno del presidente Barack Obama brinde ayuda militar a los insurgentes y neutralice la aviación del coronel Gadafi, ya sea con una zona de exclusión aérea o por la destrucción de las pistas.

“Podríamos bombardear los aeropuertos y pistas de aterrizaje y volverlos inutilizables por algún tiempo”, indicó en CBS el presidente de la Comisión de Asuntos Exteriores del Senado, el demócrata John Kerry.

El senador republicano John McCain sugirió que Washington dé ayuda técnica a los insurgentes, así como medios de inteligencia.

Italia aseguró que había establecido contactos “discretos” con el Consejo Nacional, para buscar una solución a la crisis.

Un “pequeño equipo diplomático” británico que viajó a Bengasi para “entablar contactos con la oposición” dejó el país tras haber sufrido algunas “dificultades”, informó el domingo el ministerio británico de Relaciones Exteriores.

La oposición afirmó haberse negado a hablar con los enviados de Londres, a los que retuvo detenidos, al parecer desde el viernes, porque no habían entrado en Libia legalmente.