Tres líderes indígenas denunciaron el martes en Londres el grave impacto para sus comunidades y el medioambiente de las gigantescas represas proyectadas en la cuenca del Amazonas, que según ellos provocarán destrucción, inundaciones y desplazamientos de miles de personas.

“Estamos aquí para mostrar a la comunidad internacional que no nos escuchan y que el gobierno brasileño está violando seriamente nuestros derechos”, declaró Sheyla Yakarepi Juruna, representante de la tribu Juruna en el río Xingú, en el corazón del estado amazónico de de Pará, donde está prevista la construcción de la represa de Belo Monte, que sería la tercera mayor del mundo.

Sheyla Yakarepi Juruna, el jefe Almir Narayamoga Surui, líder de la tribu Surui en la zona del río Madeira, en el estado septentrional brasileño de Rondonia, y Ruth Buendía Mestoquiari, presidenta de la organización Central Ashaninka del río Ene, en Perú, culminan en la capital británica una gira europea de sensibilización de 10 días que ya les llevó a Oslo, Ginebra y París.

En el río Madeira, afluente del Amazonas, hay otras dos grandes represas en construcción, y el gobierno brasileño, que busca garantizar la futura seguridad energética de su nación emergente, ha firmado un acuerdo con su homólogo de Perú para construir y operar seis hidroeléctricas en territorio peruano, entre ellas la de Paquitzapango en las tierras de los Ashaninka.

“La mayoría de los gobiernos latinoamericanos que firmaron el convenio 169 de la OIT sobre los pueblos indígenas (que establece la obligación de consultar a las comunidades interesadas cada vez que prevean medidas susceptibles de afectarles directamente) no lo respetan”, explicó Buendía.

“Ellos prefieren a las compañías petroleras, mineras e hidroeléctricas. Nos quieren sacar los últimos recursos que tenemos en los pueblos indígenas, sin respetar nuestros derechos”, agregó.

El miércoles, último día de su visita, los activistas se manifestarán junto con miembros de una coalición de organizaciones no gubernamentales británicas frente a las oficinas londinenses del Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (BNDES) brasileño, principal fuente de financiación de estos proyectos.