Los especialistas del Hospital Clínico Universidad de Chile, el neurólogo doctor Mario Díaz y la nutrióloga doctora Karin Papapietro, afirmaron que existe directa relación entre la privación parcial y crónica de sueño con el desarrollo de obesidad.

Osman Arslan en Stock.xchng

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Para los expertos no solamente un sueño poco reparador le pasará la cuenta al día siguiente en sus actividades cotidianas, sino también existe una alta probabilidad en que ese mal dormir facture en su contra ganando varios kilos extras.

Según la última Encuesta Nacional de Salud, 6 de cada 10 chilenos tiene alguna alteración en su dormir.

Papapietro expresó que “varios estudios en el mundo han mostrado que entre las personas que duermen poco se observa un mayor porcentaje de sobrepeso y obesidad”.

“El dormir poco, agregó, aumenta el riesgo de obesidad y diabetes por factores hormonales y conductuales. Los que duermen poco tienen más riesgo de insulino-resistencia. Estudios han demostrado que la privación de 4 horas de sueño en una semana aumenta la resistencia insulínica y es reversible con la recuperación del ritmo de sueño normal. Pocas horas de sueño disminuye la producción de hormonas que regulan el apetito como leptina, aumentando la posibilidad de obesidad”, expresó la doctora Papapietro.

Añadió que esto también está relacionado con el aspecto conductual, porque los que se acuestan más tarde tienen más tentación por comer snacks nocturnos que habitualmente son hipercalóricos. Las personas que duermen poco tienen menos energía para la actividad física, son más sedentarios aumentando el riesgo de obesidad, dijo la especialista.

Del mismo modo, la falta de sueño afecta a la regulación del apetito al provocar un incremento de la hormona grelina (que aumenta el apetito), y un descenso de la leptina (que lo disminuye).

Para el neurólogo y experto en sueño del hospital clínico mencionado, doctor Mario Díaz “las personas obesas tienen más riesgo de padecer apneas del sueño, lo que aumenta de manera importante el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares como hipertensión arterial”.

Díaz afirmó que en “las personas adultas existe un mayor porcentaje de insomnio en las mujeres, especialmente después de la menopausia, por lo que constituyen un grupo especialmente susceptible de tener complicaciones metabólicas secundarias a la privación de sueño”.

El especialista dijo que son 8 las horas que necesita dormir la mayoría de las personas en la edad adulta.

“Sin embargo, las necesidades deben valorarse individualmente, una manera de acercarnos a esto es ver la diferencia de horas de sueño entre los días laborales y los de descanso. Por ejemplo, si una persona duerme 6 horas durante cada noche en la semana, pero los días que no tiene estas exigencias duerme hasta 8 horas por noche, podemos plantear que tiene una deuda crónica de sueño”, expresó el neurólogo.