El ex presidente “vitalicio” de Haití Jean-Claude Duvalier, apodado “Baby Doc”, quien regresó el domingo a su tierra luego de 25 años de exilio, asumió las riendas del gobierno haitiano a los 19 años para perpetuar una larga dictadura en el país más pobre de América.

Haití

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A los 59 años, “Baby Doc”, hijo del ex dictador François Duvalier, “Papa Doc”, eligió la semana en que sus compatriotas conmemoran el primer aniversario del sismo del 12 de enero de 2010 para reaparecer en público en Haití.

“He venido a ayudar”, declaró a la prensa a su llegada a Puerto Príncipe luego de besar el suelo tras 25 años de exilio en Francia.

Derrocado por una revuelta popular en 1986 luego de 15 años de poder absoluto en Haití, Duvalier es una personalidad que genera polémica aún al cabo de un cuarto de siglo de ausencia.

Las autoridades haitianas consideran que más de 100 millones de dólares fueron desviados bajo el pretexto de obras sociales hasta la caída en 1986 de “Baby Doc”. Esos desvíos sistemáticos de fondos de empresas mayormente estatales habrían sido en parte transferidos a bancos suizos.

El gobierno suizo ha intentado acelerar la restitución de los fondos Duvalier a los haitianos, en particular después del terremoto de hace un año, que mató a 250.000 personas y dejó a 1,3 millones en la calle, pero ha enfrentado los recursos judiciales de la familia del ex dictador.

En Francia, país que lo acogió tras su derrocamiento en 1986, Duvalier también ha sido demandado por “crímenes contra la Humanidad”.

Nacido el 3 de julio de 1951 en Puerto Príncipe, no parecía estar preparado a sus 19 años para asumir el poder en la primera república negra de América, que desde 1957 estaba en manos de su padre, fallecido el 21 de abril de 1971.

Al día siguiente, “Baby doc” prestaba juramento y se convertía en el jefe de Estado más joven del mundo.

Su pesada figura, sus dificultades para hablar, su timidez, su rostro redondo y su gusto por los uniformes recargados no hicieron de su imagen la de un dictador implacable, ni la de un tecnócrata tercermundista.

Testigo desde sus siete años, cuando su padre llegó al poder por la vía democrática, de todas las intrigas, desgracias, arrestos, ejecuciones sumarias, bombardeos de palacios y de once golpes de Estado fallidos, Jean-Claude Duvalier resultó profundamente marcado por la violencia, según sus allegados más íntimos. A sus once años sobrevivió a un atentado en el que tres de sus guardaespaldas murieron.

“Baby Doc”, a quien hasta sus más acérrimos enemigos le reconocen el haber terminado con las desapariciones y las ejecuciones sumarias, intentó una tibia liberalización.

Pero en el fondo, el régimen no había cambiado: seguía alejado del pueblo, al que jamás se consultó democráticamente, sometido al estricto control de los “Tontons Macoutes”, la milicia paramilitar de su padre, y vigilado por la vieja guardia duvalierista apodada “los dinosaurios”.

Sin embargo, cambió la Constitución, depuró el Ejército y puso límites a los “Tonton Macoutes”, otorgó en 1977 una amnistía general, creó una liga haitiana de derechos humanos y propuso elecciones libres.

Pero según sus adversarios, sólo fueron concesiones frente a las exigencias de la política de defensa de los derechos humanos promovida por el entonces presidente estadounidense Jimmy Carter (1977-1981).

Después de su casamiento con Michele Bennett, una rica heredera protestante y divorciada, hija de la burguesía mulata -que para los haitianos representaba un símbolo del antiguo régimen, odiado por los duvalieristas negros, católicos y pobres-, “Baby Doc” frenó la liberalización. La prensa volvió a estar bajo control. Los pocos opositores que permanecían en Haití fueron arrestados.

Derrocado por una revuelta popular en 1986, “Baby Doc” fue forzado a dimitir por Estados Unidos. Francia aceptó recibirlo de forma temporaria, pero el ex dictador logró permanecer en un exilio dorado en la Costa Azul.