Hoy en la madrugada, desvelado, pues había llegado de una despedida de soltero de un amigo, que incluyó bellas mujeres y posteriormente un par de horas de fiesta en un local capitalino, donde a los ojos de los presentes no habían muy lindas mujeres para bailar, vi un programa en la televisión por cable.

En eso me puse a ver en la televisión por cable un programa donde se escoje a una familia que ha tenido problemas familiares, generalmente asociados a una discapacidad física y les construyen una casa espectacular terminando todos son felices.

Esta vez le correspondió a un joven que estaba postrado en una silla de rueda y que había nacido ciego. Cuando lo entrevisto el conductor dijo lo siguiente: “yo no me siento discapacitado, es más, creo que los discapacitados son ustedes que pueden ver, pues yo soy capaz de ver la belleza interior, de escuchar el alma, de sentir y apreciar a la persona como es y no por como luce o la ropa que ocupa”.

Esto me dejo bastante pensativo pues en el local en el que estaba habían unas niñas no muy agraciadas y nadie las invitaba a bailar, llevándonos sólo por las apariencias físicas.

Como lo decía el joven del programa los verdaderos discapacitados somos nosotros, quienes actuamos según veamos a la otra persona, si andas de traje te ofrecen trabajo, si andas de traje te ofrecen el crédito, si eres linda te regalan un trago, si eres linda te dan el asiento o respetan tu caminar por el paso de cebra.

La sociedad esta ciega completamente y los no videntes son los que realmente pueden ver lo maravilloso, lo hermoso y lo que realmente vale el ser humano.

Eduardo Toro Vargas
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