Los escándalos de pedofilia que sacuden el seno de la Iglesia católica belga están haciendo mella en la fe de sus fieles, como evidencia la creciente demanda de ‘desbautizos’ en el país, un fenómeno global que consiste en darse de baja del registro de bautizos.

Willam Mittelsteadt en Stock.xchng

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“Cuando uno no está de acuerdo con una organización de la que, además, no ha elegido formar parte, lo más lógico es salirse de ella”, explica a la AFP Damien Spleeters.

En Bélgica, un país mayoritariamente católico, Spleeters, de 24 años, forma parte de un número creciente de católicos enojados con la Iglesia, protagonista de un masivo escándalo de pedofilia.

Después de que saliera a la luz en abril de 2010 que el obispo de Brujas abusó de su sobrino desde los 5 a los 18 años, una comisión avalada por la propia institución reveló los testimonios de casi 500 casos de abusos sexuales en los últimos 60 años, de los cuales 13 acabaron en el suicidio de la víctima.

Spleeters escribió el año pasado al obispo de Tournai (oeste), del que depende la parroquia en la que fue bautizado, para anunciarle que no deseaba que la Iglesia siguiera “hablando en su nombre” y pedirle que su nombre fuera “borrado” del registro de bautizos.

“Aunque lamentamos su decisión, la Iglesia respeta la libertad de cada uno y no pretende retener contra su voluntad a quienes quieren abandonarla”, le respondieron en el obispado, procediendo “lógicamente” a su excomulgación.

La resolución de Spleeters no es inhabitual, indica Daniel Leclerq, del grupo “Amigos de la Moral Secular”, que asiste a los católicos que quieren desbautizarse en Bélgica.

“Los comentarios del papa Benedicto XVI contra el preservativo, el nombramiento del conservador André-Joseph Léonard a la cabeza de la Iglesia belga y las revelaciones de pedofilia han llevado a un incremento de los desbautizos”, argumenta Leclerq.

Aunque no existen cifras oficiales a nivel nacional, esta asociación explica que en 2010, trabajaron con 1.700 casos, frente a 380 en 2009 y 66 en 2008.

“Comparado con la comunidad católica en Bélgica, esta cifra representa un porcentaje muy pequeño”, relativiza Tommy Scholtes, portavoz de los obispos belgas.

“Que la gente tenga problemas con la institución, me parece comprensible”, pero “una historia particular no puede hacer tambalear toda” la Iglesia, defiende Scholtes.

De los diez millones de belgas, un 60% está bautizado, pero, según un sondeo publicado esta semana, apenas el 8% de la población confía en la Iglesia, frente al 28% en octubre de 2009.

En la práctica, la renegación del bautismo, un fenómeno que se ha extendido en el mundo con la proliferación de grupos ateos que ofrecen su apoyo en internet, consiste en escribir a la parroquia donde uno fue bautizado para que se anote en el registro que el antiguo fiel ha dejado la Iglesia.

De esta forma, el ‘desbautizado’ ya no puede casarse o ser enterrado en la iglesia o convertirse en padrino o madrina.

La Iglesia belga es la última en haberse visto envuelta en un gran escándalo de pedofilia, después de la estadounidense, la irlandesa y la alemana.

Los obispos del reino pidieron oficialmente perdón, pero se resisten a indemnizar a las víctimas, estimando que es la justicia la que debe estudiar la conveniencia de esa decisión.

Las autoridades civiles deben decidir si una institución debe pagar los perjuicios ocasionados cuando sus “líderes no están personalmente implicados en los crímenes”, sostuvo el mes pasado el arzobispo Léonard.

“Se han convertido en maestros del arte de correr tupidos velos”, critica Spleeters.