Tengo un par de cosas muy importantes que decir, es más, lo he estado diciendo por mucho tiempo, en todos los tonos y por diferentes medios tanto a ciertas autoridades de gobierno, incluyendo Presidentes de la República y Ministros, pero mis palabras no han tenido eco y esto es lamentable, puesto que se ha tratado tanto de la vida y salud de las personas, como bienes de todo tipo y orden, tanto del estado como de empresas y particulares.
Desde mi perspectiva de Técnico en Prevención de Riesgos y de mi ya avanzada edad (70) he observado tanto en las autoridades que nos gobiernan como en las que hacen las leyes que nos rigen, una lamentable y lastimosa ignorancia de una cuestión tan importante para una buena administración como es la del conocimiento de todo lo concerniente a los riesgos, sus peligros asociados y los controles adecuados para prevenir sus nocivos efectos.
La ignorancia a la que hago mención no es casualidad, es la misma que al respecto ostenta todo el pueblo chileno y que se debe a que no hemos sido educados en una materia que debiera ser enseñada desde la enseñanza pre básica a la universitaria. Así de simple y de grave es la cuestión.
Nuestro país debe estar perdiendo al año más de 30 mil vidas humanas que, mediante ciertos controles por parte de la autoridad podrían salvarse. Por otra parte estimo que las pérdidas asociadas a la calamidad antes mencionada a miles de incidentes que ocurren a cada instante debe ser del orden de los 30 mil millones de dólares al año, y podrían ser mayores.
Para no alargarme tanto en el escrito voy a dar a continuación un par de ejemplos de controles del estado, los que a mi entender no sólo no han controlado los riesgos que debieran haber controlado, sino que hasta han resultado contraproducentes y sumamente costosos para y se han gastado enormes recursos sin provecho alguno, lo que sucede cuando se da el remedio que no es.
1. La ley de Tránsito, la que entiendo está nuevamente en la mira para agregarle eso “que tan buenos resultados ha dado en Europa”, como es la licencia por puntos. Pues bien, equivocadamente el Estado asume que los grandes responsables de los accidentes del tránsito y sus muertes asociadas son los conductores y por eso es que hacia ellos dirige gran parte de los fuegos con que pretende atacar el problema.
Sin embargo, ya habrán adivinado, yo sostengo que la cuestión fundamental es la falta de educación básica con respecto a los riesgos y, además, una deficiente formación de los conductores, los que ni siquiera entienden que por su bien deben usar el cinturón de seguridad, que no saben lo que debieran saber acerca de los frenos y el frenaje y ahí tenemos frecuentes accidentes del tipo del mal llamado “corte de frenos”.
Además, estimado lector-conductor ¿Sabe usted que todo accidente está precedido por una situación de emergencia? Y ¿Sabría
qué hacer frente a una emergencia de las varias que podrían ocurrirle durante la conducción?, cosas tan simples como estas son sin embargo pasadas por alto a la hora de la formación de los conductores y a la hora de hacerles las pruebas para otorgarles la licencia de conducir ¿Y que me dicen de los muchos que andan conduciendo por nuestras calles y carreteras con una licencia comprada, quizás porque fracasaron en el proceso normal para su obtención?
2.En lo que respecta a la seguridad en el trabajo las cosas no andan mejor. Con propiedad digo que la ley 16744, de seguro obligatorio contra los riesgos de accidentes del trabajo y enfermedades profesionales está mal concebida. Esto porque por medio de su Reglamento para la prevención de accidentes y enfermedades profesionales (decreto 40) hace recaer toda la responsabilidad por la planificación, organización, ejecución y supervisión de todas las actividades de prevención sobre los hombros de una sola persona, el Experto en Prevención de Riesgos.
Lo anterior cuando hace como 60 años ya que se llegó a la conclusión por los líderes mundiales en seguridad industrial, que la secuencia de todo accidente se inicia por una falla de la administración, es decir por la cabeza de la organización. Yo postulo que lo que es aplicable a la administración de la industria o empresa, lo es también, al menos en seguridad, prevención de riesgos o control de pérdidas, a cualquier administración, incluso a la familiar, más aún a la de un individuo.
No me voy a extender más de esto, que lo he escrito de un solo envión y esto porque creo que a la mayoría de las personas comunes y corrientes la cuestión les va a resbalar y eso lo entiendo, por aquello de la poca conciencia que hay acerca de la cuestión. Espero, eso sí, que en primer lugar haya periodistas que se interesen en el tema, que investiguen, que lleguen a conclusiones y que las pongan a disposición de la sociedad para su discusión, para que se piense, se analice, cuestión que al parecer se nos hace muy difícil y muchas veces optamos “por lo que se hace en Europa”
¡Que vergüenza!
Juan Martínez Leiva
jumxxxx@xxxx.xxx