El presidente saliente de Haití, René Préval, aseguró este sábado que el país se encuentra en una “situación peligrosa” debido a la crisis política desencadenada tras los comicios presidenciales y legislativos de noviembre.

“Hoy estamos en una situación peligrosa. Aparte de las tragedias naturales, estamos en una crisis política provocada por las elecciones del 28 de noviembre”, afirmó Préval en un discurso retransmitido por televisión desde la ciudad de Gonaïves (norte), donde se celebraba el 207 aniversario de la independencia de Haití, antigua colonia francesa.

La publicación de los resultados de la primera vuelta electoral colocó a la ex primera dama Mirlande Manigat (31%) y a Jude Célestin (22%) en la segunda vuelta, programada para el próximo 16 de enero.

Pero el escrutinio fue rechazado por el cantante Michel Martelly, que quedó en tercera posición detrás de Célestin, el candidato del presidente Préval, con 7.000 votos de diferencia.

El resultado provocó una ola de violentas manifestaciones por acusaciones de fraude y hundió al país en un caos, lo que obligó la intervención de la Organización de Estados Americanos (OEA).

La OEA mandó a Haití una comisión de expertos compuesta por dos juristas, dos expertos electorales, un recopilador de datos y un portavoz, procedentes de Estados Unidos, Chile, Canadá, Francia y Jamaica, que empezó a trabajar el pasado jueves.

Durante su discurso, Préval dejó entender que podría mantenerse en el poder hasta el 14 de mayo para que el proceso electoral pueda completarse, pese a que su mandato expira el 7 de febrero.

“La reconstrucción de un país arrasado por un violento terremoto y la lucha contra el cólera, que ha causado más de 3.000 muertos, reclaman la estabilidad de la vida política del país”, dijo Préval.

Un grupo de candidatos a la presidencia, que ha exigido la anulación de las elecciones, ha pedido al presidente saliente que abandone el poder al término de su mandato para crear un gobierno provisorio.

El próximo presidente se hará cargo de un país en ruinas, devastado por el terremoto del 12 de enero que dejó más de 250.000 muertos y una epidemia de cólera que se ha cobrado la vida de 3.333 personas.