La ordenación el pasado sábado de un obispo de la iglesia católica china oficial, pese a la oposición del Vaticano, constituye “una grave violación de la libertad religiosa”, afirmó la Santa Sede en un comunicado.

La ordenación del padre Guo Jincai en Chengde, una ciudad del norte de China, fue anunciada el sábado por Liu Bainian, vicepresidente de la Asociación Patriótica de los Católicos de China, una iglesia controlada por las autoridades y cuyos obispos son nombrados por el gobierno.

Según el Vaticano, dicha ordenación “constituye una herida dolorosa” y “una grave violación de la disciplina católica”.

La Santa Sede precisó que el papa Benedicto XVI “lamentó profundamente” la ordenación.

Les fieles son “humillados” porque “las autoridades civiles chinas quieren imponerles un pastor que no está en plena comunión ni con el Papa ni con los demás obispos del mundo”, según el Vaticano.

Incluso antes de la ordenación de este obispo, el Vaticano había indicado que la consideraría “ilegal y nociva para los vínculos constructivos establecidos recientemente” entre China y la Santa Sede.

El Vaticano lamentó además las “presiones y las restricciones de libertad de movimiento” ejercidas contra “varios obispos” para que participen en esta celebración. Se trata, según afirmó, de una “grave violación de la libertad religiosa y de conciencia”.

Hay en China varios millones de católicos (5,7 millones según cifras oficiales). China y la Santa Sede carecen de relaciones diplomáticas desde 1951. El restablecimiento de esas relaciones es importante para Pekín, que desea mejorar su imagen en el exterior.