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La rápida visita del Presidente de la República a Concepción buscó calmar el ambiente local y dar señales de que la reconstrucción avanza. Se quiere eliminar la sensación generalizada en la zona, incluso en altas autoridades regionales, que estiman que en la capital no dimensionan la dura realidad y los efectos de la catástrofe.

La actividad más importante del Presidente Piñera en su visita relámpago a Concepción -al estilo que nos tenía acostumbrado Michelle Bachelet al final de su mandato- no fue sacar los conos en la entrada del Puente Juan Pablo II para entregarlo reparado a medias, sino las reuniones por separado que sostuvo con parlamentarios de la Concertación y de la Alianza, para “tomar el pulso” a la región que vio aún enferma y de cuidado.

Luego de las reuniones, la primera en el aeropuerto, y, la segunda en una comida, se fue a dormir.

Cambió el discurso del miércoles en Santiago para corregirse el viernes y decir que sólo había un 50% de avance en la reconstrucción. Siempre hay que admirar a quien reconoce errores, más aún, cuando está en la cima del poder.

En la cita reservada de Piñera con parlamentarios de UDI y RN, donde la convocatoria se hizo a un restaurante de Lomas de San Andrés, como acción distractiva para luego encontrarse en Cuarta Comisaría de Carabineros Lomas Verdes, donde el Presidente habló sobre “ripios comunicacionales que impiden llegar a la ciudadanía con un mensaje claro de la reconstrucción”, aunque parece ser un problema colectivo de gestión.

Luego escuchó a los parlamentarios que “le plantearon la necesidad de coordinar mejor los esfuerzos, a nivel local, para apoyar la tarea de su Gobierno” y aseguró que se hará como se pide.

La parte sabrosa vino a continuación, cuando Jefe de Estado preguntó a los parlamentarios locales de la Alianza respecto de “los presidenciables”, y la respuesta generalizada fue Golborne. Entonces salió Piñera, en una zona con mayoría de la UDI, a recordar que “Lavín, Longueira y Hernán Larraín”, también son mencionados y ahí paró la lista

La comida en el cuartel policial fue rápida, porque el anfitrión se incorporó tarde y tenía que irse a descansar para abrir el Puente Juan Pablo II de vuelta con su gente, aunque Piñera recordaría implícitamente a la oposición, presente, pero en el cielo, en un arcoiris que se divisó en la primera parte del acto a orillas del río Bío-Bío.