El líder de la Iglesia católica belga defendió el viernes que su afirmación de que el sida es una “especie de justicia inmanente” es “decente” y “respetable”, pese a haber levantado una polémica en su país, ya indignado por un escándalo de pedofilia por parte de religiosos.

Monseñor Andre-Joseph Leonard, arzobispo de Bruselas y considerado una figura allegada al papa Benedicto XVI, trató de suavizar la controversia por sus declaraciones publicadas el jueves en un libro de entrevistas en holandés, pero mantuvo su postura.

“Según lo que he leído en muchos artículos científicos, el sida se propagó sobre todo al principio por comportamientos sexuales con todo tipo de parejas o bien por relaciones sexuales anales, más bien que vaginales. Lo único que digo es que hay consecuencias que están relacionadas con los actos”, dijo Leonard.

“Pienso que es una declaración decente, honrosa y respetable”, agregó el jefe de la Iglesia belga, pese a que la prensa y los partidos políticos nacionales tacharon sus palabras de “indignas”, “inadmisibles” y “homófobas”.

Leonard subrayó que sus declaraciones respondían a una pregunta sobre la liberación sexual y que en ningún caso aludían a personas infectadas a través de una transfusión sanguínea o a niños nacidos de madres seropositivas.

“Si fumamos sin mesura, esperamos sufrir quizás un cáncer de pulmón. Si bebemos una botella de whisky al día -y no digo que esto sea una falta-, debemos saber que nos exponemos a ciertas consecuencias”, señaló el obispo, para ilustrar a qué se refería al hablar de “justicia inmanente”.

El primado de Bélgica, considerado un líder muy conservador, también declaró que “todos los seropositivos merecen un respeto” y que “no deben ser objeto de ninguna discriminación”.

El libro de entrevistas fue publicado en francés en 2006. Entonces, era obispo de Namur y sus declaraciones apenas suscitaron alguna reacción.

Leonard afirmó el viernes que no por el hecho de haberse convertido en arzobispo había perdido su “libertad de pensar”.

La polémica sobre esas declaraciones coincide con un escándalo de pedofilia que sacude a la Iglesia católica belga, agravado con la reciente publicación de un informe con un centenar de testimonios de víctimas.