Los 33 trabajadores atrapados en el norte de Chile recibieron ayer la última de 6 clases para enfrentar entrevistas y sortear preguntas incómodas, informó a la prensa el periodista que los capacitó, Alejandro Pino.

Foto: Consuelo Solar

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“Mi trabajo no fue decirles qué es lo que deben hablar. Esa no es mi labor. No les di pautas. Lo que hicimos fue ensayar preguntas, para ver cómo reaccionaban, preguntas complicadas, indiscretas”, dijo Pino, quien impartió las clases como funcionario de la Asociación Chilena de Seguridad, institución particular que apoya en las labores de rescate.

Aunque no quiso dar detalles de las preguntas, Pino precisó que en algunos casos los mineros se incomodaron. “Fue a través de videoconferencia. En algunas preguntas se molestaban y yo les decía que no se molestaran, que pusieran buena cara, que sonrieran y respondieran: ‘no quiero contestar ahora, creo que no es el momento’”, explicó.

“Nos dedicamos a la entrevista y la conversación, ellos contándome detalles de su vida de cómo se hicieron mineros, de qué es lo que piensan hacer al salir de la mina, pero las respuestas que me dieron no las voy a decir”, aclaró Pino.

Las comunicaciones con los mineros se realizan mediante videoconferencia, a través de un cable de fibra óptica que desciende hasta las profundidades, por el ducto que trazó a fines de agosto una máquina de sondaje.

“Una cosa es lo que les enseñe yo y otra es lo que quieran hacer ellos. Tal vez quieren hablar apenas salgan, o tal vez de aquí a dos meses, eso depende de ellos”, añadió Pino.