Un atentado con granada dejó 12 civiles heridos en Monterrey la noche del sábado, mientras que militares buscaban el domingo, en el balneario de Acapulco, a 20 turistas secuestrados por un comando en un violento fin de semana en México, que dejó al menos 47 muertos.

El municipio de Guadalupe, en la zona metropolitana de Monterrey fue sacudido la noche del sábado por un atentado inédito cuando una granada estalló en una plaza pública en momentos en que cientos de personas paseaban en el lugar.

“Son seis adultos y seis menores los que resultados heridos”, dijo a la televisora Milenio Ivonne Alvarez, alcaldesa de Gudalupe al asegurar que es el primer ataque contra población civil que se registra en el estado de Nuevo León, fronterizo con Estados Unidos.

La noche del viernes, en Monterrey, sede de firmas trasnacionales, se registraron los estallidos de otros artefactos explosivos, uno de ellos cerca del consulado de Estados Unidos, con saldo de un herido y daños materiales.

La mayoría de los heridos “ya fueron dados de alta (de hospitales) y ninguno tiene lesiones que pongan en peligro su vida”, añadió Alvarez..

“Todo se cimbró, la gente empezó a gritar y correr. Había familias con niños, señoras paseando con sus niños en bicicletas”, narró a Milenio una testigo de la explosión.

La secretaría de Gobernación (Interior) del gobierno federal confirmó el “ataque” en un comunicado y responsabilizó a bandas del crimen organizado.

“El gobierno expresa su más categórico repudio al ataque perpetrado frente al palacio municipal de Guadalupe. Estas acciones subrayan la contundencia con la que el gobierno (…) debe hacer frente a la amenaza que representa el crimen organizado”, indicó el comunicado.

Las primeras investigaciones señalan que los autores del ataque llegaron caminando a la plaza y lanzaron la granada para después darse a la fuga.

Nuevo León, uno de los seis estados fronterizos con Estados Unidos, vive desde inicios de año una ola de violencia atribuida a un enfrentamiento entre el cártel del Golfo y sus antiguos aliados, los Zetas, militares de élite que desertaron para unirse al crimen.

En el sur de México, en el balneario de Acapulco militares continuaban este domingo en la búsqueda de 20 turistas mexicanos del estado de Michoacán (oeste) que fueron secuestrados la noche del jueves por una treintena de hombres armados.

Un periodista de la AFP observó la presencia de decenas de militares en dos sectores populares de Acapulco, donde los uniformados realizaron patrullajes y realizaron cateos.

Los vehículos en los que viajaban los turistas “fueron localizados la tarde del sábado, sin que se observaran restos de sangre o huellas de violencia”, dijo a la AFP una fuente de la fiscalía de Guerrero, donde se ubica Acapulco.

En Guerrero y Michoacán actúa el cartel de las drogas de La Familia, uno de los siete grupos criminales identificados en México, considerado entre los más sanguinarios y descrito por Estados Unidos como una “sofisticada organización criminal” especializada en la producción y tráfico de anfetaminas.

Mientras tanto, entre la noche del sábado al domingo 13 hombres fueron asesinados en distintos puntos del estado de Chihuahua (norte), que comparte un amplia frontera con Estados Unidos, donde la víspera fueron ultimadas otras 20 personas en distintos en hechos de violencia ligados al narcotráfico.

El sábado, en el vecino estado de Durango (norte) se confirmó que 14 hombres murieron en una balacera entre bandas de narcotraficantes en un aislado poblado de la zona serrana, con lo que la violencia en el fin de semana dejó al menos 47 muertos en el norte del país.

México contabiliza por lo menos 28.000 muertes en hechos de violencia vinculados al tráfico de drogas desde que el presidente Felipe Calderón lanzó en diciembre de 2006 un operativo de seguridad con más de 50.000 militares.