Las lluvias caídas las últimas horas en Bolivia redujeron de 6.000 a 2.000 los incendios forestales producto de la quema de pastizales para la siembra, mientras la posibilidad de que las aguas tengan efectos contaminantes está latente, informó el martes una fuente gubernamental.

Las lluvias, que despejaron los cielos de las densas humaredas que las cubrieron durante semanas, “podría (sin embargo) ocasionar mortandad de peces y, en las personas, diarreas”, advirtió Ever Menacho, director de Recursos Naturales de la Gobernación de Santa Cruz (este).

Las precipitaciones abren, no obstante, la posibilidad de mitigar en favor de la agropecuaria los efectos nocivos de las quemas en provocaron, en su momento más álgido 34.000 focos de calor, en una superficie de más de 2,5 millones de hectáreas.

Las lluvias se extendieron del lunes al martes en la mayoría del territorio boliviano, especialmente en Santa Cruz, Beni y Pando, las regiones de mayor actividad agropecuaria, según partes meteorológicos.

En paralelo, brigadas de efectivos del ejército, la aviación y la marina desarrollaban labores de control de los focos de calor.

El fuego alcanzó a siete de los nueve departamentos del país y provocó una densa humareda que se extendió a casi todo el país, mientras la reducida visibilidad obligó a la suspensión por horas de las operaciones de 30 de 35 aeropuertos domésticos en el norte y este del territorio.

Bolivia tiene problemas para combatir el fuego, porque no cuenta con la capacidad técnica y humana para enfrentar este problema, por lo que demandó el préstamo de hidroaviones de Brasil y helicópteros de Argentina.

La quema de pastizales es una práctica que comienza a mediados de cada año, con el fin de habilitar los terrenos cultivables para la siembra.