Fueron condenados por sus delitos y ahora se instruyen para ser ellos quienes impartan justicia: un grupo de presos chilenos se capacitan como árbitros de fútbol para poder ganarse la vida cuando queden libres.

De juzgados a árbitros

De juzgados a árbitros

Treinta reos -20 hombres y 10 mujeres- tienen la oportunidad de convertirse en árbitros para partidos aficionados gracias a un programa de reinserción social del Estado chileno.

Son los primeros detenidos en seguir este programa. De alguna manera, con un hacinamiento del 70% en las cárceles chilenas, se sienten privilegiados.

Pero ellos tienen esta oportunidad porque cumplen con dos requisitos: su buena conducta y su próxima liberación.

En la cárcel de hombres, al aire libre, un árbitro profesional, con la ayuda de un video, les enseña el reglamento, contesta sus preguntas y les muestra un partido del pasado Mundial de Sudáfrica para analizar las jugadas polémicas.

Con las reglas aprendidas, llega el momento de la verdad: el torneo inter-prisiones se juega en la cárcel Colina I y es la oportunidad para estos nuevos jueces de pasar a la práctica.

La cancha está enrejada, y el césped crece de forma irregular sobre manchones de tierra oscura. La cordillera de los Andes domina el paisaje, y se oyen silbidos y música desde los bloques de cemento gris donde están las celdas, de cuyas ventanas salen banderas de equipos y antenas de televisión.

Se escuchan los gritos, y el árbitro sigue el juego con atención mientras los instructores vigilan que lo esté haciendo correctamente. A veces llegan reclamos de los jugadores, pero uno de los instructores le grita desde afuera del terreno que no olvide que él es la autoridad.

“Uno ha jugado toda la vida al fútbol, es fácil y entretenido”, dice el reo-árbitro Rodrigo Alarcón, de 25 años, cuando termina el primer tiempo.

“Había jugadas en que cometían faltas pero les dejaba jugar. No se las cobré para que se cansaran y alegaran menos. Mejor no cobrar tanto y dejar transcurrir el juego. Es un juego de roce, siempre va a haber jugadas peligrosas”, comenta.

“Nosotros estamos aceptando nuestro castigo. Así también somos aptos para impartir justicia en la cancha”, agrega, para señalar que le “quedan 36 meses, por robo con intimidación”, aunque espera “salir antes”.

Johnny Matamoros (27), otro interno preso por robo, dice que con el arbitraje pretende “dar un paso. Quiero sacar el enigma que tienen contra los reos, que nos discriminan, nos ven como bichos raros”, afirma.

Es uno de los que se ha destacado durante el curso por su disciplina. Los profesores están tratando de introducirlo como árbitro en una liga comunal.

Su compañero Marcos Ayala está a punto de entrar al campo. “Para arbitrar hay que tener la personalidad y el respeto. Ahora soy yo quien pone las normas en la cancha”, dice. Tiene 27 años y varias condenas acumuladas por robo desde que era niño.

“Estoy preso desde que era menor. Mis hijos están acostumbrados a verme en la cárcel. Ya no quiero estar más preso, quiero una oportunidad”, afirma, agradecido por esta oportunidad.

Cuenta que su hijo Jordan juega al fútbol y que se queja de que cuando tiene que ir a jugar fuera de su cancha, es el único del equipo que viaja sin su padre.

“Yo le digo: ‘pero si me queda poquito, estoy haciendo un curso de árbitro’. Y él se alegra porque piensa que los voy a arbitrar a ellos. Y yo de repente me pongo a llorar de imaginarlo”, dice emocionado.

Flavio Buenoque, instructor del curso, señala que al ver a los prisioneros, uno se da cuenta de que “sus barrios de procedencia se repiten, así como también sus condenas: la mayoría por robo. Y todos consideran un éxito y una oportunidad el poder optar a programas de rehabilitación después de haber demostrado buena conducta”.

Los detenidos estiman que en partidos de aficionados, un árbitro puede ganar entre 15.000 y 20.000 pesos (entre 30 y 40 dólares). Arbitrando tres o cuatro partidos por fin de semana, podrían recaudar unos 500 dólares mensuales.

Es la primera vez que este curso se imparte. La idea se originó en mayo pasado, en plena efervescencia por la participación de Chile en el Mundial.

Para el Director Ejecutivo del estatal Fondo Social, Claudio Storm, la iniciativa “busca generar oportunidades a quienes más las necesitan. Así, estas personas que alguna vez violaron las reglas establecidas por la sociedad, hoy están siendo formados para impartir las reglas del juego”.