Científicos de la Universidad de Concepción y de la Universidad de Chile, en conjunto con académicos franceses, llevaron a cabo un significativo estudio en la costa comprendida entre Tirua y Rapel, el cual junto con determinar la real magnitud del terremoto del 27 de febrero, comprobó la liberación de la gran parte de la energía acumulada desde el año 1835.

Punta Lavapie

Punta Lavapie (Provincia de Arauco) antes y después del terremoto

Gracias a la rápida implementación de un eficiente sistema de obtención de datos a lo largo de toda el área costera afectada por el desastre natural de febrero del 2010, un grupo de investigadores – con el apoyo de científicos franceses – pudieron recopilar datos que les permitieron interpretar adecuadamente los efectos del quinto terremoto más poderoso de los que se tenga registro.

Dicho trabajo llamó la atención de los editores de la prestigiosa revista Science, quienes decidieron incorporar los resultados del estudio en la última edición.

El trabajo consistió en tomar mediciones de cambios en la elevación de la tierra con respecto al nivel medio del mar a lo largo de la costa de la región afectada por el terremoto del 27 de Febrero.

Las mediciones se basaron en observaciones hechas sobre un alga coralina del género Lithothamnium la que comúnmente habita en la zona intermareal baja y que tiene un característico color rosado. Al ser levantada por sobre su zona de vida esta alga muere y se seca rápidamente, formando una franja blanca cuyo espesor corresponde al alzamiento registrado. En el caso de zonas costeras y tierra adentro hundidas durante el terremoto, las observaciones se basaron en construcciones y vegetación inundadas.

Los resultados mostraron un máximo de 2,5 metros de alzamiento y 1 metro de hundimiento, con un patrón de mayor alzamiento hacia el mar y mayor hundimiento tierra adentro. Las zonas afectadas por estos cambios del nivel de la tierra permiten acotar la zona de ruptura a 500 km de largo (entre Navidad-Matanza por el norte hasta Tirua por el sur).

Mediante un modelo de la deformación producida en terremotos de zonas de subducción como la chilena, se logró ajustar las observaciones asumiendo un ancho de la zona de ruptura de aproximadamente 140 km y una profundidad de la zona inferior de la ruptura de 43 km, lo que a grandes rasgos se encuentra algunos kilómetros al interior de la línea de costa.

Bajo este mismo modelo ajustado se determinó que el desplazamiento promedio entre las placas durante el terremoto habría sido de 8 a 12 metros, valor que coincide bastante bien con la distancia que las placas de Nazca y Sudamericana se han movido la una hacia la otra desde el último gran terremoto que ocurrió en la zona en 1835, y sugiere por tanto que prácticamente toda la energía acumulada durante los últimos 175 años habría sido liberada durante el terremoto del 27 de Febrero.

Andrés Tassara y Klaus Bataille, académicos del Departamento de Ciencias de la Tierra de la Universidad de Concepción, explicaron que “el tipo de análisis realizado es muy sencillo, pero utilizado eficientemente como lo hemos hecho permite deducir algunos parámetros fundamentales de este mega-terremoto que son de interés para toda la comunidad científica internacional y por tanto han merecido su publicación en la revista científica más importante del planeta”.