Socavón

Gobierno de Guatemala en Flickr

Más de un centenar de muertos, miles de damnificados, viviendas destruidas, calles convertidas en ríos de lodo y pueblos incomunicados es el saldo que dejó el paso de Agatha, la primera tormenta tropical del año, en Guatemala, El Salvador y Honduras.

Bajo el tímido sol que asomaba este lunes dejando atrás el diluvio del fin de semana, los guatemaltecos se afanaban en recuperar sus pertenencias y limpiar el fango que anegó y en muchos casos destruyó sus casas, mientras los cuerpos de socorro establecían un nuevo balance de la destrucción.

Al menos, 92 personas han muerto, 54 se hallan desaparecidas, 112.000 evacuadas y alrededor de 30.000 albergadas, según los registros de la Coordinadora Nacional para la Reducción de Desastres (Conred) de Guatemala, que se suman a las 17 víctimas mortales de Honduras, y las nueve de El Salvador.

Según informa ElUniverso.com, en un barrio ubicado en el norte de la capital guatemalteca, se formó un socavón que se tragó una casa de 3 pisos de altura. No existen reportes de víctimas (ver fotografía superior). Un hecho parecido ya había ocurrido el año 2007.

Como suele ser habitual cuando las catástrofes naturales acechan a esta pobre región, donde suelen registrarse sismos, erupciones volcánicas y huracanes, los más afectados son los pobres.

En el caso de Guatemala la pobreza golpea fundamentalmente a las comunidades indígenas, casi la mitad de la población. Los más pobres construyen sus modestas y endebles viviendas en lugares de riesgo, como laderas de los cerros o a orillas de ríos.

“Primero fue la lluvia de ceniza (del volcán Pacaya) y luego el agua. Un fenómeno detrás de otro, casi sin tiempo para reaccionar, pero no podemos quedarnos de brazos cruzados y hay que ayudar a salvar vidas y bienes”, se lamentó Julio Figueroa, residente del municipio de Palín, Escuintla (sur).

En esta región, las lluvias se han sumado a la erupción el pasado jueves del volcán Pacaya, situado a 50 km al sur de la ciudad de Guatemala, que ha escupido cenizas, arena y gases a cien kilómetros a la redonda, obligando al cierre del aeropuerto internacional de la capital guatemalteca.

El gobierno anunció que se volverá a abrir este martes.

“No podemos esperar a que nos llegue la ayuda. En teoría las autoridades son responsables de apoyarnos, pero es preferible avanzar y ayudarnos entre nosotros para salir adelante”, afirmó a la AFP Fernando Andrade, un vecino de Amatitlán (periferia sur de la ciudad) cuya vivienda quedó anegada por el agua.

El gobierno guatemalteco ha anunciado que contraerá un préstamo de 85 millones de dólares con el Banco Mundial para hacer frente a la catástrofe.

Numerosas instituciones internacionales y países han prometido ayuda para los países centroamericanos afectados.

Organizaciones de socorro recurrieron a las redes sociales como Facebook, Twitter y Hi5, para recolectar víveres y enviarlos a los damnificados o bien a las autoridades, para que los envíen a las áreas que tengan mayor necesidad.

En Honduras, donde la primera tormenta tropical de esta temporada dejó 17 muertos, la población, en particular de la capital Tegucigalpa, revivió la pesadilla que hace más de una década dejó el huracán Mitch, el más destructivo de la historia de la región, cuando vieron las aguas del caudaloso río Choluteca desbordarse por el centro de Tegucigalpa.

“Vivimos casi lo mismo del Mitch; tuvimos que salir corriendo porque el río se nos venía encima”, dijo a la AFP Pantaleón Sánchez, de 76 años, refugiado en la escuela Juan Guisarro López en la colonia Betania, a la orilla del río Choluteca.

Celso Martínez, de 30 años, tuvo que salir corriendo con su hijo de cuatro años porque “la casa se rajó y estaba a punto de llevársela la corriente”. “Salimos bañaditos”, comentó.

En El Salvador, donde nueve personas murieron y otras dos están desaparecidas, el gobierno está haciendo un recuento de los daños en la infraestructura vial y hay 15 centros de salud afectados.

(Gracias a MLKtoSCL por la fotografía).