La presencia de medio millón de fieles en Fátima (Portugal) representa un mensaje de apoyo al papa Benedicto XVI en un momento difícil para la Iglesia católica, afectada por los escándalos de pedofilia de numerosos sacerdotes en varios países de Europa y Estados Unidos.

Benedicto XVI | Biografía y Vidas

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La cifra de fieles supera los 400.000 de hace diez años, cuando el popular Juan Pablo II visitó el santuario y beatificó a dos de los tres pastorcitos, Jacinta y Francisco Marto, a los que, según la tradición, se les apareció la Virgen el 13 de mayo de 1917.

Según el padre Manuel Morujo, portavoz de la Iglesia portuguesa, la presencia una muchedumbre tan grande en el emblemático santuario representa un contundente mensaje de apoyo a Benedicto XVI.

Los católicos “saben distinguir”, dijo el religioso, entre los casos de pedofilia y “la enorme mayoría de sacerdotes”, subrayó.

“Los católicos han querido mandar un mensaje para decir que el Papa, sobre todo éste, es muy amado”, explicó.

“Ante la crisis y los escándalos, el pueblo ha querido demostrar que sabe distinguir entre las excepciones (como son los casos de pedofilia de los curas) y la gran mayoría de los sacerdotes”, afirmó.

Si bien la cifra anunciada por la Iglesia portuguesa no ha sido confirmada por fuentes independientes, la explanada, con una capacidad para 300.000 personas, resultaba abarrotada, por lo que muchos fieles tuvieron que asistir en las zonas de acceso y los alrededores.

Numerosos peregrinos llegaron caminando desde varias regiones de Portugal y otros pasaron la noche en la enorme plaza durmiendo al aire libre pese al frío y la lluvia.

La celebración se inició a las 10H00 hora locales con la procesión solemne de la Virgen, cargada sobre un lecho de rosas blancas y seguida por un grupo de obispos y cardenales con paramentos blancos, mientras los peregrinos entonaban cantos dedicados a María.

Durante la homilía, el Papa aseguró que vino a Fátima “para orar con María y los numerosos peregrinos por la humanidad afligida por tantos sufrimientos” y recordó que las profecías son un mensaje “contra el horrendo egoismo de las naciones, de la raza, las ideologías, los grupos e individuos”.

Al término de la misa, el Papa bendijo a los enfermos instalados a los lados del altar y les dirigió palabras de “esperanza”.

Benedicto XVI llegó la tarde del miércoles a Fátima, principal meta de su visita de cuatro días a Portugal, donde suplicó a la Virgen para que la Iglesia no ceda a las “seducciones del mundo”.

En el emblemático santuario oró en el mismo lugar donde se cree que se le apareció la Virgen a los tres pastorcitos y arrodillado ante la estatua de María, rezó también por su predecesor, Juan Pablo II, quien visitó tres veces el santuario y donó a la Virgen la bala que le extrajeron tras el atentado sufrido el 13 de mayo de 1981.

El fallecido pontífice estaba convencido de que la Virgen de Fátima le había salvado la vida tras el grave atentado sufrido en la plaza de San Pedro en 1981, precisamente un día 13 de mayo, el mismo día de la primera de las apariciones marianas.

En la tarde, Benedicto XVI se reunirá con las organizaciones de la pastoral social y con los obispos portugueses, mientras el viernes concluirá la visita con otra misa al aire libre en la ciudad norteña de Oporto.

Es la quinta visita de un Papa a Fátima tras la celebrada por Pablo VI en 1967 y las tres de Juan Pablo II en 1982, 1991 y 2000.