Las protestas se multiplican en Bolivia y amenazan con radicalizarse por parte de sindicatos hasta ahora afines a Evo Morales, en vísperas de un viaje del mandatario a la ONU, donde entregará las conclusiones del foro climático realizado recientemente en el país.

Imagen: radiomundial.com.ve

El principal foco de conflicto radica en el alza salarial del 5% para el sector público y 3% para la Policía y las FFAA decretada la semana pasada por el gobierno, y que es considerada por los sindicatos como insuficiente.

La Central Obrera Boliviana (COB) -que aglutina a todos los sindicatos de trabajadores y cuyo principal directivo, Pedro Montes, es aliado de Morales- anunció este jueves que se analiza una posible huelga indefinida y cortes de rutas.

También los obreros y operarios de fábricas, 150 de cuyos miembros iniciaron esta semana una huelga de hambre, proyectan medidas más drásticas.

Angel Asturizaga, ejecutivo de la Confederación Nacional de Fabriles de Bolivia, justificó la huelga de hambre y señaló que Morales “como presidente puede mantener su posición, pero también tiene el deber de escuchar a los trabajadores bolivianos”.

“Lo hemos apoyado en las elecciones y es momento de que él apoye a los trabajadores. Su aumento (salarial) no alcanza para sobrevivir”, dijo.

Morales defendió el miércoles el alza de 5% y dijo que “tiene que haber racionalidad de los trabajadores por la patria” porque un aumento de salarios mayor puede desembocar en inflación.

Morales dijo igualmente que “algunos sectores parecen sufrir una infiltración de la derecha para confundir a los trabajadores”.

Para evitar mayores conflictos, el gobierno desplazó este jueves al interior del país a varios ministros y viceministros para explicar a la población el fundamento del aumento salarial.

Pero no ayudó el viceministro de Régimen Interior, Gustavo Torrico, cuando defendió el 3% para los policías de baja graduación, sugiriéndoles que se alimenten de pan, maíz tostado y café si no les alcanza el dinero.

“Yo he vivido muchos años con mi familia a pan y café y en algunos casos a maíz tostado y café porque no teníamos para el pan tampoco”, dijo Torrico en declaraciones publicadas por el diario El Deber.

Justamente el menguado aumento salarial (en anteriores gestiones llegó hasta el 12%) es resistido por las esposas de policías de bajo rango, que cumplen una huelga de hambre junto con sus pequeños hijos, situación criticada por la independiente Asamblea Permanente de los Derechos Humanos (APDHB).

El clima de beligerancia social se vio ahondado por las protestas de otro sector habitualmente afín a Morales, el de los productores agrícolas del norte de los Yungas, unas selvas subtropicales en La Paz, donde dos poblados pugnan por la instalación de una planta procesadora de cítricos.

Los pobladores de Caranavi mantienen un corte de rutas hace 11 días y desde el miércoles unas 60 personas del sector iniciaron una huelga de hambre, mientras que los habitantes del vecino Alto Beni anunciaron que disolverán por la fuerza los bloqueos carreteros.

Otro episodio dentro de este clima de agitación es el de una treintena de políticos opositores en huelga de hambre contra una asignación de escaños en los parlamentos regionales realizada por la Corte Nacional Electoral y que, según su óptica, beneficia al oficialismo en su desmedro.

Todo esto sucede cuando Morales se apresta a viajar a Nueva York para entregar las conclusiones de un foro climático que lideró en abril en Bolivia, donde sectores sociales de todo el mundo hicieron propuestas para reducir el calentamiento global.

Morales proyecta encontrarse también con miembros del Grupo de los 77 (países en vías de desarrollo) para promover las demandas medioambientalistas.