Mientras se extiende la mancha de un incesante derrame de petróleo en el Golfo de México, las costas de Florida se mantienen aún a salvo, aunque crece el temor de que la contaminación pueda alcanzar los cayos del sur de la península y los preciados arrecifes de corales.

“Sería trágico que la contaminación llegara aunque sea de manera indirecta a los corales”, dijo a la AFP Diego Lirman, experto en corales de la Universidad de Miami (UM).

El investigador, de la Escuela Rosentiel de Ciencias Marinas y Atmosféricas de la UM, dijo que hay un alto riesgo de mortandad por la exposición de los delicados organismos “a los químicos secundarios del petróleo y a los dispersantes que se están usando para contener la expansión del derrame”.

Lirman recordó que la Corriente del Atlántico, que llega desde el Golfo de México, pasa por el sur de la Península de Florida y asciende por la costa este del estado hacia el norte, lo que genera una fuerte conectividad entre esa región y la zona de arrecifes en los cayos.

“Hay precedentes de otros fenómenos, similares a una marea roja con microalgas tóxicas, que ocurrieron en el Golfo en la zona del río Misisipi y que llegaron a impactar en los cayos, traídos por las mismas corrientes que podrían traer ahora al petróleo”, mencionó.

La extensa línea de islas o cayos descienden frente a la costa atlántica de Florida y culminan en el mítico Key West, en aguas del Golfo de México, y representan uno de los grandes atractivos turísticos y naturales de Estados Unidos, ahora acechado por el posible avance de la marea negra.

La barrera de coral que se extiende frente a la costa del extremo sur de Florida, frente a los cayos y más allá de Key West, en el santuario natural marino Dry Tortugas, es la más grande de Estados Unidos y una de las más extensas del mundo.

“Desde mañana (jueves) el viento que tenía dirección norte, rota hacia el sur y llevará el derrame más cerca de la Corriente del Atlántico, que podría trasladar el petróleo en cuestión de días hacia el Estrecho de Florida”, advirtió el profesor Peter Sheng, experto en circulación del océano de la Universidad de Florida (UF).

Una vez allí la ruta hacia el norte de esa corriente podría llevar la contaminación en dirección a las playas de Miami, aunque Sheng considera que eso “es algo improbable que ocurra, aunque no imposible”.

Mientras tanto, el pronóstico del Servicio Meteorológico estadounidense indica que la mancha se extendería en las próximas horas en mayor grado hacia el suroeste y no tocaría playas en el sector noroeste de Florida, al menos en los próximos tres días.

“Aunque es aún pronto para predecir si los cayos de Florida serán afectados y de qué manera (…) Estamos enfocados en prepararnos para cualquier impacto”, dijo este miércoles el capitán Pat DeQuattro, comandante de la Guardia Costera en Key West, o Cayo Hueso como se lo conoce en español.

La petrolera británica BP, que explotaba la plataforma que provocó el derrame, estima que 800.000 litros de petróleo por día están saliendo al mar desde el pozo, ubicado a 1.500 metros de profundidad en el lecho marino.

La mancha, que tiene actualmente el tamaño de un pequeño país (200 por 110 km), amenaza cientos de kilómetros de costas sobre el Golfo de México, en los estados de Luisiana, Misisipi, Alabama y Florida (sureste).

Pero mucho antes que los efectos naturales, los daños económicos, en especial en el sector turístico, ya parecen sentirse en algunas zonas por el simple temor de lo que pudiera ocurrir.

“En cierto grado, esto es como si viniera un huracán”, dijo Harold Wheeler, director de Turismo en Key West, en referencia al impacto negativo que el derrame tiene sobre los visitantes, que prefieren cancelar sus viajes.

“La gente ve el pronóstico y observa los cayos dentro del cono por donde va a pasar el huracán”, explicó Wheeler, que asimiló el temor que infunde el avance de la mancha negra a la llegada de un ciclón devastador.