Aunque sufrieron daños enormes, las grandes industrias de la zona intentan levantarse lo más pronto posible para echar a andar con fuerza uno a uno los motores de la productividad de la región del Bío-Bío.

300 millones de dólares en pérdidas sólo en Asmar, la refinería de Enap detenida por completo y Huachipato con daños que no le permitirían levantarse antes de 3 meses, representan el gris panorama que el terremoto y tsunami dejó en la industria pesada de la zona.

La destrucción de las instalaciones de la planta de Asmar en Talcahuano ha obligado a la Armada a crear un programa de recuperación de tres fases.

La primera es superar la emergencia con el desvaramiento de buques, la limpieza de la bahía, el despeje de escombros de las avenidas, labores que debieran terminar en dos meses y que serán financiadas con recursos institucionales.

La siguiente etapa es al reconstrucción, que significa recuperar las capacidades logísticas y operativas mínimas, lo que se desarrollará durante todo este año.

Una tercera etapa es la llamada reestructuración, que significa, en palabras del Comandante en Jefe de la Armada, trabajar para dejar el astillero y las instalaciones de la Base Naval preparadas para enfrentar los desafíos del siglo 21.

En Huachipato, 800 trabajadores están de vacaciones debido al daño en la planta de Coke, en los hornos y sistema de captación de agua, lo más grave entre muchos otros daños en la siderúrgica, que también se ha planteado tres etapas tras la catástrofe.

Se trabaja contra el tiempo, porque tras el desastre el país demandará mucho acero, pero todavía se repara la destrucción y de a poco se irá llamando a los empleados, con la idea de que echar a andar la planta será como el renacer de esta industria que nunca había estado paralizada.

En tanto, en Enap se está completando la inspección interna de instalaciones, en paralelo un grupo de especialistas trabaja arduamente para dar soluciones y reparar los daños externos ya catastrados en la bocatoma y piscinas que captan y tratan el agua desde y hacia el río Bío-Bío, elemento relevante y prioritario para poner en operación las unidades de la refinería.

Independiente de esto, la empresa sigue siendo proveedor del combustible requerido por las compañías distribuidoras en base a la importación de estos a través de los terminales C de Enap y de Abastible en Lenga.

El ejemplo de devastación en menor o mayor grado de estas 3 plantas pone a prueba al sector privado, al Estado y una institución como la Armada, en su capacidad de levantarse del desastre más grande de los últimos tiempos en nuestro país.