El presidente francés, Nicolas Sarkozy, que visitará Estados Unidos el lunes y el martes, se reunirá por primera vez en la Casa Blanca con Barack Obama, con quien en el último año tuvo varios roces diplomáticos que se hicieron sentir en las relaciones entre ambos países.

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Esperado e incluso solicitado desde hace meses, este encuentro no podía llegar en mejor momento para Sarkozy.

Desde hace más de una semana, la severa derrota del partido del presidente conservador en las elecciones regionales francesas ha despertado a los que, incluso en su propio campo, critican su estilo por considerarlo demasiado iconoclasta.

Casi como una costumbre, cuando Sarkozy se ve enfrentado a dificultades no desdeña recordar los escollos con los que choca Obama en su país.

Así, cuando le preguntaron en enero en la televisión por el frenético ritmo de sus reformas, el presidente francés no dudo en responder: “he visto que Obama, por el que siento consideración e incluso amistad, se lo ha jugado todo a una única reforma (el sistema de salud) y no he visto que eso haga las cosas más fáciles”.

A este tipo de comentarios, se sumaron algunos contratiempos diplomáticos que alteraron la química entre los dos dirigentes.

Primero fue la reacción circunspecta de Sarkozy, ferviente partidario de reforzar las sanciones por el programa nuclear iraní, a la política estadounidense de mano tendida a Teherán. Después, su irritación cuando Obama sugirió que los europeos integrasen a Turquía.

Pero fue con ocasión de la visita del presidente estadounidense en 2009 a las playas del Desembarco de Normandía cuando el malestar se hizo evidente.

Un día después de la conmemoración del 6 de junio, Obama rechazó una invitación del Palacio del Elíseo, dejando solas a su esposa Michelle y a sus dos hijas.

“El hecho de que diese plantón a Sarkozy, partiendo a Estados Unidos en lugar de almorzar con él, no tiene precedentes y resulta revelador”, juzga un experto de los medios diplomáticos.

En su opinión, Obama “no soporta el estilo de Sarkozy y le irrita su insistencia casi infantil por aparecer junto a él”.

“El presidente estadounidense no tiene ninguna razón de sentirse cercano a Nicolas Sarkozy”, considera por su parte el ex canciller socialista francés Hubert Vedrine.

“Primero porque (Sarkozy) se alineó con su predecesor George W. Bush por motivos ideológicos; después porque Francia y Europa no son una urgencia” para Obama, explica Vedrine.

En octubre, la revista estadounidense Newsweek analizó lo que denominaba “el complejo Obama de Sarkozy”.

“Ambos quieren estar en primera línea”, consideraba la publicación, “Obama porque es presidente de Estados Unidos y Sarkozy porque es tan ambicioso”.

Por su parte, el presidente francés ha negado que exista esa rivalidad.

“Sé cuál es mi lugar”, decía hace seis meses.

“Yo soy el presidente de un gran país, él es el presidente de la primera fuerza económica del mundo”, afirmó Sarkozy.

Con ocasión de este viaje, el Elíseo quiere convertir la cena privada que Barack y Michelle Obama ofrecerán a Nicolas y Carla Sarkozy en el punto final de la polémica.

“Las irritaciones de las que habla la prensa son desmentidas a diario por nuestro trabajo y cada vez que los presidentes se ven o hablan”, insiste una fuente de la presidencia francesa.

“Esta visita será una ocasión muy particular de desmentirlas de una vez por todas”, agrega la fuente.

Debilitado por la estrepitosa derrota en las regionales, Sarkozy atraviesa un momento difícil, mientras que Obama gana impulso gracias a la victoria de su reforma sobre la seguridad social.