Después de la épica batalla de la reforma de la salud, los aliados del presidente estadounidense Barack Obama en el Congreso tratan de impulsar cambios en la legislación de protección del medio ambiente este año, aunque la Casa Blanca duda en abrir un nuevo frente legislativo.

Imagen: wikimedia.org

Un grupo de 22 senadores demócratas han elaborado una carta defendiendo que este año se voten nuevas leyes ecológicas, pero los observadores dudan que Washington esté dispuesto a enfrascarse en una nueva reforma emblemática antes de las elecciones de medio mandato previstas el próximo mes de noviembre.

El senador John Kerry, principal artífice de la legislación medioambiental, considera que el gobierno puede ahora “centrar su energía y atención” en una legislación que “es la única verdadera oportunidad que tenemos de crear empleo, reducir la contaminación y dejar de enviar miles de millones (de dólares) afuera para pagarle el petróleo a países que quieren atacarnos”, dijo el senador demócrata por Massachusetts (noreste).

La Cámara de Representantes aprobó una ley el pasado mes de junio que permitirá crear el primer sistema de intercambio de cuotas de gases a efecto invernadero para limitar las emisiones industriales.

Contrariamente a lo sucedido con la reforma del sistema de salud, Kerry se muestra confiado en obtener el apoyo de los republicanos y ya trabaja en la legislación climática con el senador republicano Lindsey Graham, de Carolina del Sur (este), por otro lado firme detractor del plan Obama de sanidad.

Pero esta alianza, que incluye también al senador independiente Joe Lieberman, de Connecticut (noreste), ha suscitado preocupaciones en algunos sectores.

Algunos ecologistas han mostrado su decepción por el compromiso estadounidense de reducir en un 17% las emisiones para el 2020 a niveles del 2005, un objetivo que está muy por debajo de los anunciado por la Unión Europea y Japón, que toman como referencia el año 1990.

Kerry y Graham buscan apoyo entre los dirigentes empresariales hostiles a la reforma, incluyendo las compañías petrolíferas.

El proyecto de los senadores respalda la utilización de energía nuclear y la explotación petrolífera en alta mar, a la que se oponen firmemente los ambientalistas.

“Si los senadores piensan que les corresponde ir más lejos en lo que ya constituye uno de los mayores regalos a las empresas de la historia estadounidense, a algo todavía más favorable a las industrias contaminantes, creo que será un gran error”, dijo Nick Berning, director de “Friends of the Earth”.

Sin embargo, Eric Haxthausen, director estadounidense de “Nature Conservancy” considera que los ambientalistas y la industria deben trabajar juntos.

“Lo importante es conseguir un compromiso de un sector que no ha estado implicado en el proceso”, afirma.

A pesar de la participación de Graham en la iniciativa, muchos republicanos siguen siendo hostiles a las reducciones de emisiones de gas carbónico porque consideran que perjudicarán a la frágil economía estadounidense.

Ben Lieberman, analista de la fundación conservadora “Heritage Foundation”, asegura que será “extremadamente complicado” diseñar una propuesta legislativa que satisfaga a todos los bandos.