Ciudad de México sigue lejos de volver a ser “la región más transparente del aire”, como la describió el conquistador español Hernán Cortés, pero en los últimos años ha conseguido reducir la polución y algunos se atreven a decir que ya no está entre las más contaminadas del mundo.

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Los más de 20 millones de habitantes de la mancha urbana formada por la capital y el estado de México han gozado en las últimos semanas, con una nitidez no vista en una década, de la soberbia postal de los nevados volcanes Popocatétepl (“montaña que echa humo”) e Iztaccíhuatl (“mujer dormida”).

“En los últimos años hemos superado el récord de días limpios por ozono. En 2009 fueron 185 dentro de la norma y hemos arrancado 2010 con el mayor número de días limpios, con 50 de los primeros 60″, asegura en entrevista con la AFP Martha Delgado, secretaría de Medio Ambiente de la ciudad.

El ozono es el contaminante más vigilado por la red de monitoreo ambiental, una de las más sofisticadas en el mundo, de la megaurbe mexicana.

A principios de la década de los 1990, la contaminación por ozono superaba los límites permitidos más de la mitad del año, explica Delgado, lo que obligaba a declarar la “contingencia” que limitaba circulación de vehículos, suspendía obras públicas y desautorizaba actividades deportivas al aire libre.

Aaron Jazcilevich, investigador del Centro de Ciencias de la Atmósfera de la Universidad Nacional, explica que mediciones oficiales y estudios independientes demuestran que, efectivamente, la calidad del aire es muy superior a la de hace una década.

“Son dos factores preponderantes: el meteorológico, vientos que dispersan los contaminantes, y la renovación del parque vehicular privado, además de las exigentes verificaciones de contaminantes” a los vehículos, explica Jazcilevich, quien dirige una investigación en la materia.

Pero Jazcilevich advierte que lo ideal es que sólo un día al año se superen los límites permitidos de contaminación por ozono, por lo que la megaurbe aún está muy lejos de solucionar el problema de la polución.

A ello se suma que las partículas suspendidas menores a 10 y 2.5 micras, otro de los contaminantes más vigilados, han ido al alza en los últimos años por la sequía en las zonas de cultivo cercanas a la capital.

“Azufre, monóxido de carbono, dióxido de nitrógeno y plomo se mantienen por debajo de los límites recomendados. Pero en el caso de las partículas suspendidas, se han incrementado en los últimos dos años”, reconoce Delgado.

La alcadía de Ciudad de México, gobernada por la izquierda desde 1997, ha emprendido un programa de modernización del transporte en base a modelos como el metrobús colombiano y las bicicletas europeas para desalentar el uso del automóvil.

Juan Carlos Zárraga, diputado del opositor Partido Acción Nacional (conservador), reconoce que la calidad del aire ha mejorado y que los ciudadanos han tomado conciencia sobre el uso del automóvil, pero desaprueba los programas de transporte.

“La dinámica de Ciudad de México es muy distinta a la de urbes de Europa y América Latina. No podemos copiar lo que hacen en Bogotá o París”, dice al criticar duramente la tala de árboles que implicaría la construcción de la tercera ruta del metrobús, motivo de litigios por parte de vecinos de la zona.

En la discusión de si Ciudad de México ha dejado de ser la más contaminada del mundo, la alcaldía capitalina prefiere no hacer apuestas, el diputado Zárraga afirma que aún tiene esa triste fama y el investigador Jazcilevich advierte que está por debajo de El Cairo y de ciudades de China y la India.

“Posiblemente ya no estamos entre las cinco primeras”, dice por su lado Gustavo Alanis, de la ONG Centro Mexicano de Derecho Ambiental. “El problema de la contaminación subsiste, pero lo cierto es que tenemos más de 20 años luchando contra la contaminación y la mejoría no se puede negar”.