Suiza recibió el viernes el apoyo de Naciones Unidas, de París y de Bruselas, tras el llamamiento a la guerra santa contra la Confederación por parte del número uno libio Muammar Kadhafi, en plena crisis diplomática entre Berna y Tripoli.

“Creo que ese tipo de declaraciones por parte de un jefe de Estado son inadmisibles en las relaciones internacionales”, dijo el director general de Naciones Unidas en Ginebra, Sergei Ordzhonikidze. “Por no hablar de los actos”, añadió.

Muammar Kadhafi llamó el jueves a la ‘yihad’ contra Suiza, a la que calificó de “impía” y “apóstata” y pidió un boicot a su economía en respuesta a la prohibición de la construcción de minaretes aprobada por referendo a finales de noviembre de 2009 en la Confederación.

Berna se limitó a reiterar que no hará comentarios al respecto, pero el portavoz del ministerio francés de Relaciones Exteriores calificó estas declaraciones de “inaceptables” y llamó a los dos países a resolver sus diferendos “a través de la negociación”.

Estos comentarios “llegan en un momento inoportuno, cuando la Unión Europea trabaja intensamente con Suiza para alcanzar una solución diplomática” a la crisis entre Suiza y Libia, estimó por su parte en rueda de prensa Lutz Güllner, portavoz de Catherine Ashton.

“Es difícil evaluar cuales serán las consecuencias de este llamamiento, pero no tiene por qué ser necesariamente una señal negativa”, consideró un observador europeo.

Esta fuente, que pidió el anonimato, recordó que no es la primera vez que Kadhafi amenaza a Suiza y recordó que había propuesto disolver el país y distribuir sus territorios entre países vecinos en la Asamblea General de la ONU en otoño de 2009.

Las relaciones entre Suiza y Trípoli se han deteriorado a raíz de la detención, en julio de 2008 en Ginebra, de un hijo del coronel Kadhafi, Hannibal, ante una queja de dos empleados domésticos que lo acusan de malos tratos.

Poco después, las autoridades libias detuvieron a dos suizos, que fueron juzgados por “estancia ilegal” y por “ejercer actividades económicas ilegales”.

Uno de ellos, Rachid Hamdani, regresó a Suiza el miércoles pero el otro, Max Goldi, sigue en Libia, donde purga una pena de cuatro meses de prisión.

La polémica interviene en plenas negociaciones entre Berna y Tripoli para definir las condiciones de la liberación de Goldi.

En este contexto, la nueva ofensiva verbal del hombre fuerte de Tripoli es “una mala noticia para Suiza”, según el director del Centro de Investigación sobre el Mundo Árabe y mediterráneo de Ginebra, Hasni Abidi.

Miembro del espacio Schengen (acuerdo por el que se suprimen los controles fronterizos en los países firmantes), Suiza aplicó una política restrictiva en materia de concesión de visados Schengen a ciudadanos libios.

Esta medida enfureció a Libia, que el 14 de febrero decidió hacer lo propio con los europeos.