Hay investigaciones que sugieren que la infidelidad, además de tener un componente hereditario puede actuar como una droga. Según estudios los amantes, al igual que los drogadictos, se inician en la relación por placer y pese al riesgo de ser descubiertos, continúan en la relación. A propósito está el caso de John Terry, jugador de la Selección Inglesa, descubierto hace muy poco tiempo en una infidelidad y por supuesto Tiger Wood, golfista estadounidense de quien se dice está rehabilitado.

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Según la psicóloga Javiera de la Plaza, hay muchas cosas que tienen un componente genético, pero también existe un factor ambiental. “Uno puede tener tendencia a engordar, o a ser infiel, pero en la medida que lo permita o se deje llevar, depende de la persona antes de que se vuelva una adicción. Cuando se abre una puerta es muy difícil dejarlo atrás”.

Para la profesional “cuando una persona ama a su pareja, pero no puede dejarle de ser infiel, es claro que estamos frente a una enfermedad, lo que no significa que porque se está enfermo puede hacer cualquier cosa. Pues hay que sopesar muchas cosas, no se trata de una travesura, sino que se debe reflexionar si se va a tener cara para mirar a sus hijos en el futuro”.