Los presidentes sudamericanos se reúnen el martes en Quito para definir el apoyo de la región a Haití tras el sismo del 12 de enero, en una cumbre que pondrá cara a cara a los mandatarios de Colombia y Venezuela, cuyas relaciones atraviesan por una fuerte tensión.

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La cumbre de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) fue convocada por su presidente temporal y jefe de Estado ecuatoriano, Rafael Correa, quien visitó Puerto Príncipe el 29 de enero para entregar ayuda humanitaria.

Hasta el lunes habían confirmado su asistencia los mandatarios de Haití, René Preval; Colombia, Alvaro Uribe; Paraguay, Fernando Lugo; Perú, Alan García, y Venezuela, Hugo Chávez.

El coordinador político de la Unasur, el embajador ecuatoriano Emilio Izquierdo, indicó a la prensa que por “Bolivia viene el vicepresidente” Alvaro García, sin precisar las causas por las cuales el mandatario Evo Morales no acudirá al encuentro como anunciara la presidencia pro témpore del organismo.

La cita pondrá en el mismo escenario a Uribe y Chávez, quien congeló las relaciones con Bogotá en julio en rechazo a un acuerdo militar que permite a tropas de Estados Unidos combatir la guerrilla y el narcotráfico desde siete bases militares colombianas.

“Tenemos que idear una nueva cooperación, para eso es la reunión del martes, para ver cómo acompañamos a Haití, no en la emergencia sino en el mediano y largo plazo hasta ayudarle a enrumbarse hacia el desarrollo”, dijo Correa el fin de semana.

Esto “significa sobre todo acompañamiento y fortalecimiento de las instituciones haitianas, porque sin gobierno e instituciones el país no podrá seguir adelante, a no ser que sea como colonia, y eso no lo vamos a permitir”, agregó.

El sismo que devastó la nación caribeña -de diez millones de habitantes- dejó unos 200.000 muertos, más de 4.000 amputados, 300.000 heridos y decenas de miles sin hogar, según cifras oficiales.

La tragedia se sumó a otros males que convierten a Haití en el país más pobre y atribulado de las Américas, entre los que se cuentan la deforestación, que expone más a la población a los efectos de los huracanes, las epidemias, el analfabetismo (de un 50%), la falta de servicios básicos y la fragilidad institucional.

Correa remarcó que “toda ayuda debe buscar fortalecer al gobierno haitiano” y volvió a criticar, en coincidencia con su par venezolano, “el imperialismo de los donantes” que cooperan y obtienen beneficios para ellos mismos.

El sábado, los países del G7 decidieron que “van a anular toda la deuda bilateral de Haití”, dijo el ministro de Finanzas de Canadá, Jim Flaherty, tras una reunión informal con sus colegas de Estados Unidos, Japón, Alemania, Francia, Italia y Reino Unido en la ciudad canadiense de Iqaluit.

Venezuela también anunció que condonará la deuda de la isla con Petrocaribe, una iniciativa regional impulsada por Caracas que da facilidades de crédito para el pago de crudo.

Bolivia, Ecuador y Venezuela ya habían suscrito un plan de ayuda para Haití en el marco de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de América (Alba), que cuestionó la “excesiva presencia militar extranjera” en ese país, donde Estados Unidos desplegó unos 20.000 soldados tras el sismo.

La acción de Unasur “puede ser una experiencia de consenso interesante más allá de las diferencias ideológicas”, dijo Adrián Bonilla, director de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso).

Además, “contribuirá al fortalecimiento de Unasur, que al menos dará la apariencia de acciones coordinadas”, indicó a su vez Carlos Espinosa, internacionalista de la Universidad San Francisco de Quito.