China expresó el miércoles su “firme” rechazo a un encuentro entre el presidente estadounidense Barack Obama y el Dalai Lama, confirmado la víspera por la Casa Blanca en un marco de tensiones bilaterales crecientes.

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“China se opone firmemente a la visita del Dalai Lama a Estados Unidos y a que sus dirigentes reciban al Dalai Lama”, declaró el portavoz del ministerio chino de Relaciones Exteriores, Ma Zhaoxu, en un comunicado.

Las autoridades chinas rechazan de forma “constante y conocida” cualquier contacto internacional del líder del budismo tibetano, al que acusan de “separatista”, y así se lo recordaron a Obama cuando visitó China en noviembre pasado, señala el comunicado.

“Instamos a Estados Unidos a reconocer el carácter sumamente sensible de la cuestión tibetana y a manejarla de manera apropiada, a fin de evitar mayores daños a las relaciones bilaterales”, prosiguió el portavoz.

La Casa Blanca confirmó el martes un próximo encuentro entre Obama y el Dalai Lama, Premio Nobel de la Paz 1989, que vive exiliado en India desde el aplastamiento en 1959 de un levantamiento antichino en el Tíbet.

“El Dalai Lama es una figura religiosa y cultural respetada en el mundo entero, y es como tal que el presidente se reunirá con él”, dijo un portavoz de la Casa Blanca.

“Para ser claro, Estados Unidos considera que Tíbet forma parte de China. Nos preocupa la violación de los derechos humanos, por la forma en que los tibetanos son tratados. Llamamos al gobierno chino a proteger las tradiciones culturales y religiosas únicas de Tíbet”, dijo el portavoz de la Casa Blanca.

China había advertido previamente que una cita de Obama con el Dalai Lama afectaría “gravemente” los vínculos entre las dos grandes potencias, sacudidos ya por los enredos de Google con la censura china y por la decisión de Washington de vender armas a Taiwán, la isla nacionalista que vive separada de hecho de China comunista desde 1949.

El Dalai Lama visitará Estados Unidos en febrero y está previsto que pase por Washington los días 18 y 19 de ese mes.

Obama evitó recibir al líder religioso cuando éste visitó Washington en octubre, a fin de no herir la susceptibilidad de China un mes antes del viaje del mandatario estadounidense a Pekín. Pero esa concesión le valió críticas de las organizaciones de defensa de los derechos humanos.

China calificó además de “injerencia grosera” la decisión de Estados Unidos, anunciada el viernes pasado, de vender armas por más de 6.400 millones de dólares a Taiwán, suspendió de inmediato sus intercambios militares con Washington y anunció sanciones de represalias.

Los dos países tienen además litigios comerciales, entre los que figura la amenaza del motor de búsqueda Google de abandonar sus actividades en China, y otros de tipo diplomático, como la demora de Pekín en aceptar la necesidad de apretar las clavijas de Irán en las negociaciones sobre el programa nuclear de este país.

Estados Unidos trató de minimizar esos diferendos.

“Nuestros intereses coinciden en numerosos terrenos y a veces entran en colisión a propósito de un puñado de temas (…). Esperamos resolver estos problemas, como ha sido el caso en el pasado”, dijo el martes el portavoz del Departamento de Estado Philip Crowley.

“Nuestra relación es extraordinariamente estable”, agregó Crowley, señalando “la importancia vital” del vínculo económico entre “dos de los países más poderosos del mundo”.

La cuestión tibetana da lugar a periódicas fricciones entre China y los países occidentales.

Las relaciones entre China y Francia sufrieron cuatro meses de turbulencias tras una reunión del presidente Nicolas Sarkozy con el Dalai Lama en diciembre de 2008.

China sostiene que el Tíbet forma parte de su territorio desde el siglo XVIII, contrariamente a lo que sostiene el gobierno tibetano en el exilio.

La semana pasada, dos emisarios del Dalai Lama reanudaron contactos, interrumpidos desde hacía más de un año.

Los emisarios pidieron al gobierno chino poner fin a las acusaciones “infundadas” contra el Dalai Lama. Las autoridades chinas ratificaron por su lado su negativa a cualquier concesión en el tema de la soberanía.