La venta de armas estadounidenses a Taiwán causa nuevas tensiones en las relaciones entre China y Estados Unidos y podría tener repercusiones en la cuestión nuclear iraní en un momento en que Pekín, consciente de su nueva influencia internacional, no duda en alzar la voz.

El Pentágono cerró un contrato de armamento de más de 6.400 millones de dólares con Taiwán, por el que venderá a la isla -considerada como rebelde por Pekín- misiles antimisiles Patriot, navíos barredores de minas submarinas y helicópteros Black Hawk.

China, que denuncia una “injerencia grosera” en sus asuntos internos, suspendió sus intercambios militares con Estados Unidos y anunció “sanciones apropiadas hacia las compañías estadounidenses implicadas”.

Estados Unidos le respondió este lunes que tiene la obligación de asegurar la capacidad de autodefensa de Taiwán y seguirá haciéndolo en el futuro.

“Tenemos una relación muy compleja con China”, afirmó durante una visita a Tokio, el secretario adjunto estadounidense para la Defensa en Asia-Pacífico, Wallace Gregson. “Evidentemente, hay puntos en los que disentimos, tratamos de separarlos de aquellos en los que podemos trabajar de manera productiva”, agregó.

Estas nuevas turbulencias llegan poco después de la polémica lanzada el mes pasado por el gigante estadounidense de internet Google, que amenazó con retirarse del mercado chino debido a los ataques informáticos y la censura de los que afirma ser víctima.

Para Xu Tiebing, experto chino en Relaciones Internacionales, esta vez, la respuesta de Pekín es más fuerte que en la precedente suspensión del diálogo militar en 2008, bajo la presidencia de George W. Bush, motivada por este mismo proyecto de venta de armas.

“Desde la crisis financiera, la influencia china ha aumentado y con ella su audacia, la intensidad del contraataque es aún más fuerte”, afirma.

En opinión de Jing-dong Yuan, experto en cuestiones de no proliferación en el Instituto de Estudios Internacionales de Monterey, en California, Washington puede olvidar sus esperanzas de lograr el apoyo chino a nuevas sanciones contra Irán.

“Desde el punto de vista de Pekín, Washington siempre parece pedir a China que coopere -y pide cada vez más que China haga las cosas como quieren los norteamericanos- desde el cambio climático hasta las cuestiones iraní y norcoreana”, afirma.

“Pero los llamamientos de China en temas que considera de interés nacional vital siempre son ignorados”, agrega.

El jefe de la diplomacia francesa, Bernard Kouchner, subrayó el domingo que este conflicto sino-estadounidense amenaza con “complicar un poco, no definitivamente” la búsqueda del respaldo de Pekín a las nuevas sanciones internacionales contra la política nuclear de Irán.