Unos 50.000 policías y soldados fueron movilizados en las dos ciudades santas iraquíes de Kerbala y Nayaf para proteger a los peregrinos chiitas que participen el domingo en la procesión del Ashura y prohibir manifestaciones políticas preelectorales.

“Vamos a desplegar a 20.000 soldados y policías en Kerbala”, afirmó el general Osman al Ghanemi, jefe de operaciones militares de esta ciudad a 110 km al sur de Bagdad.

El Ashura, que culmina el domingo, conmemora el trágico fin de Hussein, nieto del profeta Mahoma e hijo de Alí, su yerno, muerto en 680 por las tropas del califa omeya en una batalla en el desierto de Kerbala.

En Kerbala, donde se realizan las principales ceremonias, habrá cuatro cordones de seguridad en torno a la ciudadela y otros cuatro en el casco antiguo cerca de los dos mausoleos (de Hussein y de su medio hermano Abas)”, agregó.

Para prevenir eventuales atentados suicidas, como los cometidos por mujeres en el pasado, “hemos desplegado en tres entradas de la ciudad a 600 elementos femeninos de los servicios de seguridad para el cacheo así como a brigadas caninas y vehículos con detectores de explosivos”, dijo.

En Nayaf (150 km al sur de Bagdad), donde está sepultado Alí, yerno de Mahomet y esposo de su hija Fátima, venerado por los chiitas, fueron movilizados 26.000 miembros de los servicios de seguridad.

En marzo de 2004, durante el Ashura, atentados casi simultáneos mataron a unas 143 personas e hirieron a 465 en una mezquita chiita de Bagdad y en Kerbala.

Según el gobernador de la provincia, Amaleddín al Her, “más o menos un millons de fieles, de los cuales unos 60.000 extranjeros provenientes sobre todo de los países del Golfo, de Irán y de Pakistán”, son esperados el sábado y el domingo en la ciudad santa. Muchos de ellos vienen a pie.

Los chiitas representan más o menos el 15% de los musulmanes y están presentes en el Líbano, en Irak, Irán, Afganistán, Pakistán, Bahréin y en Arabia Saudí.

Las autoridades también están preocupadas por la posibilidad de que las ceremonias deriven en violencias políticas, de cara a las elecciones legislativas del próximo 7 de marzo, las segundas que el país celebrará desde el derrocamiento del régimen de Saddam Hussein por tropas estadounidenses en 2003.