Ni las detenciones ni la persecución ni los intimidantes policías fuertemente armados. Nada parece detener a los centenares de hondureños seguidores del Frente de Resistencia al Golpe de Estado, que este lunes volvieron a salir a las calles para denunciar “fraude” en las presidenciales del domingo y reclamar la restitución de Manuel Zelaya.

Imagen: Lauro Campos

Imagen: Lauro Campos

Centenares de vehículos, algunos abarrotados de gente, recorrieron las avenidas de Tegucigalpa hasta pasar por las cercanías de la embajada de Brasil donde el derrocado mandatario está refugiado hace dos meses y gritarle: “Mel aguanta, el pueblo se levanta”.

Las banderas rojiblancas del Partido Liberal (PL,derecha) de Zelaya, que el domingo registró una contundente derrota en las elecciones presidenciales, predominaban en la manifestación.

El candidato opositor Porfirio Lobo, del Partido Nacional (PN, derecha), aventajaba a Elvin Santos (PL) en cerca de 17 puntos -unos 300.000 votos-, lo que es visto como una señal del descontento de la militancia rojiblanca en unos comicios que contaron con una participación oficial de más del 60%.

En la caravana, donde también había algunas banderas blanquiazules del PN y muchas rojinegras con la cara del Che, manifestantes de todas las clases sociales denunciaban “el fraude” electoral del domingo y mostraban sus dedos meñique como prueba de que no votaron, dado que quienes fueron a las urnas tienen una marca con una tinta endeleble.

“Las elecciones fueron un fraude”, dice Somara Alvarado, de 50 años, que quiere “sacar a Mel” Zelaya de la embajada de Brasil, donde se refugia desde hace dos meses, tras entrar clandestino a Honduras, de donde había sido expulsado el día del golpe.

“No se van a salir con la suya”, asegura indignada a la AFP, porque la “resistencia es más fuerte que las elecciones fraudulentas”.

Un poco desprevenidos, la policía se organizó rápidamente y recibió refuerzos, de antimotines y una tanqueta, cuando la bulliciosa caravana pasaba en los alrededores de la embajada de Brasil, que más parece un búnker de guerra.

“El pueblo unido, jamás será vencido”, se desgañitaban una docena de jóvenes subidas en un vehículo gritándoles a los policías con cara de pocos amigos.

Una joven policía los recibió con una cámara de video grabando todos los movimientos de los manifestantes.

“Mira como filman a uno para desaparecernos”, comentaba un manifestante.

“Tenemos miedo”, reconocían Nancy y John, camuflados en su casco de motoristas, “porque la policía nos filma y anotan el número de la placa”.

“Estos desgraciados son capaces de todo”, comenta otra al teléfono a su interlocutor.

Desde el 28 de junio, cuando los militares sacaron de su casa y expulsaron a Costa Rica a Zelaya, la resistencia no ha bajado los brazos pese a la fuerte represión de que han sido víctimas.

Rafael Alegría, uno de los coordinadores del Frente de de Resistencia contra el Golpe, que iba en la caravana, aseguró que “van a seguir en la lucha y en la manifestación”.

“Es una protesta contra el fraude”, dijo a la AFP. Pero también exigen una Asamblea Constituyente para reformar la Constitución, lo que le valió el golpe de Estado a Zelaya.