En total 31 países, ninguno de ellos de América Latina, figuran en la lista de naciones pobres que sufren grave inseguridad alimentaria, denunció este martes la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO).

Según el último informe Perspectivas de cosechas y situación alimentaria de la FAO, divulgado pocos días antes de la Cumbre Mundial sobre la Seguridad Alimentaria, que tendrá lugar en Roma del 16 al 18 de noviembre, 20 países de África y 11 de Asia, necesitan “ayuda alimentaria urgente”.

Ningún país de América Latina figura en la lista, mientras Argentina, por las sequías en zonas claves y Guatemala, por la situación de inseguridad grave en pequeñas regiones, fueron incluidos en la lista de países con cultivos desfavorables, según el informe trimestral.

“Los precios de los alimentos en los países pobres permanecen obstinadamente altos pese a una buena cosecha mundial de cereales en 2009″, subrayó la FAO.

“A pesar de que los precios internacionales de los alimentos han descendido de forma significativa desde sus niveles máximos de hace un par de años, los precios del trigo y el maíz subieron en octubre y los del arroz de exportación están todavía muy por encima de los de antes de la crisis”, sostiene la entidad especializada en agricultura.

“Para los más pobres del mundo, que gastan hasta el 80% de su presupuesto familiar en alimentos, la crisis de los precios todavía no ha terminado”, advirtió el director general adjunto de la FAO, Hafez Ghanem.

La situación más grave es en África debido a que la sequía y los conflictos han llevado a unos 20 millones de personas a necesitar ayuda alimentaria, calcula el organismo de Naciones Unidas.

“La prioridad mundial es ahora aumentar las inversiones en la agricultura de los países en desarrollo para combatir la pobreza y el hambre”, sostiene la FAO.

Representantes y jefes de Estado y de gobierno de unos cien países asistirán a la “Cumbre del Hambre”, que pretende alcanzar un amplio consenso sobre la reducción inmediata de ese flagelo así como impulsar inversiones públicas y privadas en el desarrollo agrícola de los países pobres.