El “Sí” al Tratado de Lisboa se impuso claramente en el segundo referéndum celebrado en Irlanda, según los primeros resultados oficiales parciales con el 10% de los votos escrutados.

Fuente: AFP.

De las 8 circunscripciones, sobre un total de 43, en las que se anunciaron resultados definitivos hacia las 8:30 horas de Chile, sólo 2 rechazaron el tratado, mientras 6 lo aprobaron. De estas 6, 5 pasaron de un “No” en 2008 a un “Sí” el viernes, con un giro a veces muy brusco.

En la circunscripción de Tipperary Sur (sur), donde el tratado fue rechazado en 2008 con un 53% de los votos, los electores votaron el viernes en un 68,42% a favor de la ratificación, contra sólo 31,58% de votos negativos.

En Tipperary-norte, el “Sí” obtiene el 70%, contra menos de 50% hace un año.

En otra circunscripción, Kildare-norte (este), que ya había votado sí hace 15 meses, el resultado positivo alcanzó el 76,19%, contra 23,8% para el “No”.

El recuento de los votos en las 43 circunscripciones de Irlanda comenzó a las 9:00 locales (4:30 de Chile) y debería concluir a media tarde, pero el gobierno no esperó el desenlace para clamar una “victoria convincente”, según el ministro irlandés de Relaciones Exteriore, Micheal Martin.

Y hasta el líder del bando del “No” concedió su derrota. “Pensamos que se trata de una victoria muy convincente del bando del “Sí”. Los irlandeses están aterrorizados. Es un voto basado más en el temor que en la esperanza”, declaró el millonario Declan Ganley, artesano del rechazo de junio de 2008.

Hace 15 meses, el 12 de junio de 2008, los irlandeses habían rechazado con un 53,4% de los votos este mismo tratado, provocando una parálisis en la Unión Europea (UE).

El Tratado de Lisboa, que pretende mejorar el funcionamiento de la UE, prevé crear un cargo de presidente, mecanismos para facilitar la toma de decisiones entre sus 27 Estados miembros y fortalecer al Parlamento comunitario.

El tratado, firmado en la capital portuguesa el 13 de diciembre de 2007, retoma buena parte del proyecto de Constitución Europea abortado por los rechazos francés y holandés en los referéndums de 2005.