Un nuevo pulso se perfiló este jueves, al inicio de la cumbre del G20 en Pittsburgh, entre países emergentes e industrializados sobre temas como la reforma del FMI, mientras la policía y jóvenes antimundialización protagonizaban breves enfrentamientos en las calles.

Los países europeos se resistían a ceder sobre la reforma del poder de voto en el seno del Fondo Monetario Internacional (FMI), reveló el principal asesor diplomático del presidente brasileño Luiz Inacio Lula da Silva.

Los países europeos están mostrando cierto “retraimiento” en las discusiones a nivel de expertos, dijo el asesor, Marco Aurelio Garcia, a la prensa.

El presidente en ejercicio de la UE, el primer ministro sueco Fredrik Reinfeldt, reconoció que el FMI debe adaptarse a la evolución del mundo, aunque advirtió que eso suponía también un aumento acorde de las cuotas de participación financiera de los países que quieran más poder.

“No queremos que haya participaciones (financieras) sin representación”, afirmó.

La 3º cumbre del G20 en menos de un año arrancó con una cena de gala ofrecida por Obama a sus invitados. Para este viernes estaban previstas dos sesiones consecutivas de trabajo, antes del cierre a media tarde.

Las perspectivas económicas lucen mucho mejor que hace un año, pero aún permanecen las divergencias sobre el alcance de las reformas.

Los países industrializados detienen más de la mitad de las cuotas del FMI, y los emergentes del BRIC (Brasil, Rusia, India y China) reclaman un traspaso a su favor de 7%, en función del peso que sus economías adquirieron en las últimas décadas.

Ese traspaso afectaría sobre todo a los europeos, que tienen actualmente más de 32% de las cuotas.

El reequilibrio de las cuotas de poder en las instituciones multilaterales es uno de los puntos principales a debate en Pittsburgh, pero también el control del sector bancario, en particular el debate sobre los bonos de sus altos ejecutivos.

Sobre ese aspecto parecía haber más consenso, aseguró el secretario del Tesoro estadounidense, Tim Geithner, en rueda de prensa previa.

Sobre los bonos bancarios “estamos muy cerca y creo que tenemos las mismas posiciones”, declaró el responsable de la política económica estadounidense.

“Queremos normas muy rigurosas que limiten los riesgos”, dijo.

Pittsburgh, con 240.000 habitantes, fue elegida por el gobierno Obama como un modelo de reconversión de la industria metalúrgica a las energías alternativas.

Pero sus calles mostraron este jueves una imagen inusual, la de enfrentamientos con piedras, gas pimienta y balas de goma entre grupos de radicales y policías y miembros de la Guardia Nacional desplegados masivamente.

En su mayoría jóvenes, con banderas rojas y negras y pancartas en las que denunciaban “la codicia del capitalismo”, el millar de manifestantes jugó durante horas al gato y al ratón con la policía.

La protesta, organizada sin autorización municipal, fue impulsada por la agrupación de inspiración anarquista “Pittsburgh G20 Resistance Project” (PGRP).

Al margen de la cumbre, otros grupos intentaban también presionar para un cambio de rumbo económico.

La cumbre debería ser la del empleo, declaró el secretario general de la Confederación Sindical Internacional, Guy Rider.

“En el movimiento sindical internacional consideramos que esta tiene que ser una cumbre por el empleo. Se está hablando ya en el sector financiero de la salida de la crisis, pero los trabajadores del mundo entero estamos muy lejos de la salida de la crisis”, declaró Rider a la prensa tras entrevistarse con la presidenta argentina, Cristina Fernández de Kirchner. (AFP).