Los países ricos y los emergentes tendrán que intentar llegar a un acuerdo la semana entrante en la cumbre del G20 sobre el crucial asunto del financiamiento de la reducción de las emisiones de CO2 ya que los segundos estiman que sin ayuda financiera no pueden actuar.

Los países emergentes, encabezados por China e India, consideran que los más ricos deberían asumir la mayor parte de la responsabilidad en la lucha contra el calentamiento climático, por considerar que son los culpables históricos de la actual situación.

“El dinero es el pegamento de todo. Sin dinero y sin pegamento, todo cae”, resume para la AFP Saleemul Huq, experto del Instituto Internacional para el Medio Ambiente y el Desarrollo (IIED), con sede en Londres.

“La reunión del G20 (los días 24 y 25 de septiembre en Pittsburgh, Estados Unidos) es la ocasión para los países ricos de dar una orientación de la suma que están dispuestos a poner sobre la mesa. Ese monto tiene que haberse dado antes de Copenhague para lanzar el proceso”, consideró.

La cumbre de Copenhague (7-18 de diciembre) busca llegar a un acuerdo que debería entrar en vigor cuando expire la primera fase del Protocolo de Kioto en enero de 2013, para detener de manera coercitiva la explosión de las emisiones de gases carbónicos.

Pero los montos anunciados están lejos de generar consenso.

Los europeos, que prevén reducir sus emisiones en por lo menos 20% de aquí a 2020 con relación a 1990, y de 30% si los otros grandes países firman un acuerdo en Copenhague, presionaron el jueves a los otros países industrializados para desbloquear hasta 7.000 millones de euros por año de 2010 a 2012 para ayudar a los países pobres.

La Comisión Europea acaba de evaluar en 100.000 millones de euros anuales las necesidades en la materia de aquí a 2020. El dinero que los dirigentes europeos quieren que el G20 desbloquee a partir del año próximo sería una forma de adelanto de esta suma global.

Sudáfrica calculó las necesidades de los países emergentes en entre 200.000 y 400.000 millones de dólares (132.000 a 272.000 millones de euros) por año de aquí a 2020.

Brasil, por su parte, cifró el jueves en 400.000 millones de dólares anuales las necesidades de los países pobres para enfrentarse al cambio climático y la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero, casi 3 veces más que lo que Europa propone.

Mientras los países ricos quieren que los emergentes acuerden compromisos, estos últimos rechazan la idea de que se les impongan objetivos de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero, al temer que afecten a su desarrollo económico, sostienen los analistas.

Según el estadounidense Michael Spence, premio Nobel de economía en 2001, las tentativas de presión provocarían el efecto contrario al buscado.

Lo que los países emergentes quieren, dijo a la AFP, “es evitar las obligaciones que puedan afectar al crecimiento y la reducción de la pobreza”.

India, que teme ser considerada el contaminador más intransigente del planeta, afirmó sin embargo el jueves que tiene sus propios objetivos en materia de lucha contra el cambio climático.

China, que se ha convertido en el principal emisor de CO2 del planeta según diversos estudios, sigue firme en sus posiciones. “Primero los países desarrollados deberían reducir significativamente sus emisiones, luego asumir sus compromisos de ayuda financiera y técnica a los países emergentes”, destacó el vicepresidente de la Comisión de Reforma y Desarrollo chino, Xie Zhenhua.

En agosto pasado Brasil se presentó como un conciliador. Su ministro de Medio Ambiente, Carlos Minc, deseó que su país fuera “un puente” entre ambas partes. (AFP).