45 años después de que el dibujante Quino la imaginara, Mafalda se corporizó este domingo en forma de escultura en el barrio de San Telmo, en Buenos Aires, a metros de la casa donde fue dibujada por primera vez.

Los visitantes de la capital argentina podrán ahora fotografiarse en un banco junto a esta niña que llegó a hacerse tan universal como sus preocupaciones por la paz y la felicidad en el mundo, a punto tal que sus historietas fueron traducidas a más de 20 idiomas.

La ocasión, inscrita en las celebraciones del bicentenario del nacimiento de Argentina, sirvió para homenajear a Quino, cuyo verdadero nombre es Joaquín Salvador Lavado, quien agradeció sin que la emoción le nublara la capacidad de humor mordaz que lo distingue.

“Verme rodeado de todo esto me apabulla muchísimo, no se qué decir, aunque hay gente que tampoco sabe qué decir y gana las elecciones”, comentó para regocijo de centenares de asistentes.

Su colega Miguel Rep, uno de los oradores, dijo de Quino que los dibujantes argentinos no hubieran sido nada sin él y asumiéndose como viejo lector de Mafalda, interrogó a su creador si el mundo en que la niña había vivido era diferente.

“Sí, era un mundo muy distinto. Pasaba el tranvía, la calle era ancha, no había anticuarios y como Alicia (su esposa) se iba temprano, Jorge, el diarero, me despertaba”, respondió Quino.

Rep añadió que aquélla era un Buenos Aires con más certidumbre. “Seguro que cuando en 1973 Mafalda dejó de salir, la ciudad se dinamitó; cada vez que la leo, leo una Buenos Aires feliz”.

“Como Mafalda no es ella sin sus amiguitos, creo que debería haber una escultura con ellos. Mafalda es una historia de la amistad”, agregó.

El también humorista gráfico Carlos Garaycochea dijo a su turno que Mafalda nació sabiendo, porque evitó el jardín al crecer grande, y zafó del geriátrico, porque no creció. (AFP)