De acuerdo con un crítico análisis de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (Ocde), Chile duplica el promedio que fija este organismo en materia de concentración geográfica de la población. Se trata de una de las trabas a las que el país debe ofrecer una solución, si quiere integrarse a la organización.

El centralismo dejó de ser sólo un tema de campaña para convertirse en una preocupación nacional, o por lo menos debería serlo si Chile pretende ingresar a la Ocde.

El objetivo parece ambicioso si consideramos el último análisis hecho por el organismo en materia de descentralización, en el que Chile duplica el promedio mundial y aparece ubicado en el mismo lugar de Islandia.

Lapidario fue diagnóstico que dice que nuestro país carece de un marco institucional regional capaz de coordinar de forma regular las distintas políticas, instrumentos y actores implicados en el desarrollo económico.

El senador, Carlos Bianchi, señaló que en Chile no hay gobiernos regionales, sino meras administraciones que no tienen las competencias necesarias.

Si ir más lejos, el senador, Antonio Horvath, llevó la discusión a la propia Región Metropolitana, cuyas comunas son el claro ejemplo del centralismo y a la mala distribución de los ingresos.

Para la Ocde las desigualdades en Chile radican en tres patrones: primero, en la gran brecha entre las regiones del norte y sur, respecto a Santiago; segundo, la concentración de la actividad económica en la Región Metropolitana y tercero, la falta de desarrollo de regiones claves como Atacama, Valparaíso y Magallanes.

Por último el reporte dice que nuestro país podría beneficiarse con una mayor diversificación de la base productiva mientras continúa agregando valor a los sectores establecidos para hacerlos más competitivos.