Rester vertical de Alain Guiraudie: el cineasta que explora la crudeza de lo humano

SMAP (CC) | Flickr
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Es probable que no exista hoy en el mundo un director tan provocador y dispuesto a romper barreras como el francés Alain Guiraudie. A los 51 años de edad, y con cinco largometrajes realizados, Guiraudie se instalo como un referente en los círculos cinematográficos especializados con su película ‘El desconocido del lago’, y confirma su busqueda sin concesiones en la competencia de Cannes 2016.

Estrenada con alto impacto en la selección oficial el Festival de Cannes 2013 y aun no presentada en cines de Chile, ‘El desconocido del lago’ es un filme con estructura de thriller que impresiono por la calidad de su inteligente realización, que dejaba vislumbrar incluso atmosferas propias del cine fantástico, y por las explicitas escenas de sexo gay que poblaban el relato.

En ‘El desconocido del lago’, el protagonista (Pierre Deladonchamps) se pasea a diario desnudo por una playa a la que acuden numerosos hombres a tener sexo casual, y ahí engancha en una relación mas constante con un enigmático y atractivo personaje, que esconde intenciones que superan la pura ansiedad de placer físico. En una mezcla jamas imaginada en el cine, la representacion en primer plano del acto homosexual se unia a una fina mirada sobre el deseo y la muerte.

En ‘Rester vertical’ (literalmente, ‘Permanecer vertical’), Guiraudie sigue adelante en su radical y provocativa exploración con la impredecible historia de un guionista de cine llamado Leo (Damien Bonnard), quien esta con bloqueo creativo y sale a buscar inspiración al campo. En esos caminos desolados encuentra a Yoan, un joven de rostro expresivo cuya vida parece no tener rumbo, y a Marie, cuidadora de ovejas temerosa de los lobos y madre de dos hijos, con quien pronto establece un amorío. El compromiso se consolida cuando ambos deciden tener un hijo, y Leo se muda a vivir con ella, pese a los ruegos del productor que le ha encargado un guion para rodar una nueva película. Se suman entonces dos hombres maduros, interpretados por sendos actores no profesionales, que desarrollan curiosos vínculos con el protagonista.

De ahí en adelante, el destino de Leo se vuelve un creciente deambular por situaciones inesperadas y sorprendentes. Lo vemos arriba de un bote, remando para ir al encuentro de una sanadora mistica, quedar en la ruina y ser asaltado por una banda de vagabundos que le roban todo y lo dejan desnudo en plena calle, ser perseguido por el productor y, en la escena shock que dara mucho que hablar, ayudar a morir a un viejo amante del rock de Pink Floyd con un impensado ‘suicidio asistido’ sexual.

Guiraudie se toma esta historia zigzagueante con el correspondiente humor y la debida distancia. Por cierto, sabe también poner buen cine cuando hay que hacerlo, y hace fluir su narración con una libertad que no tiene equivalente en el cine actual. Hay muchas cosas que llaman la atención en su escritura, como la capacidad de construir mundos fílmicos que bordean la ensoñación con economía de recursos y una imagen hiperrealista muy bien fotografiada; también su preciso manejo de los actores, y, sobre todo, la voluntad de hacer un cine que no se somete a las reglas del guion formal ni de algún genero conocido.

El cine de Alain Guiraudie es tan libre como ajeno a los grandes planteamientos; la historia avanza a punta de giros que sorprenden hasta lo inverosímil, y entre sus imágenes arriesgadas y poco pudorosas, palpita una pulsión profunda, como de ir hasta alla donde no se usa, hasta un margen donde casi nadie habita, pero donde todos podemos reconocer la crudeza de la experiencia humana.

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Es probable que no exista hoy en el mundo un director tan provocador y dispuesto a romper barreras como el francés Alain Guiraudie. A los 51 años de edad, y con cinco largometrajes realizados, Guiraudie se instalo como un referente en los círculos cinematográficos especializados con su película ‘El desconocido del lago’, y confirma su busqueda sin concesiones en la competencia de Cannes 2016.

Estrenada con alto impacto en la selección oficial el Festival de Cannes 2013 y aun no presentada en cines de Chile, ‘El desconocido del lago’ es un filme con estructura de thriller que impresiono por la calidad de su inteligente realización, que dejaba vislumbrar incluso atmosferas propias del cine fantástico, y por las explicitas escenas de sexo gay que poblaban el relato.

En ‘El desconocido del lago’, el protagonista (Pierre Deladonchamps) se pasea a diario desnudo por una playa a la que acuden numerosos hombres a tener sexo casual, y ahí engancha en una relación mas constante con un enigmático y atractivo personaje, que esconde intenciones que superan la pura ansiedad de placer físico. En una mezcla jamas imaginada en el cine, la representacion en primer plano del acto homosexual se unia a una fina mirada sobre el deseo y la muerte.

En ‘Rester vertical’ (literalmente, ‘Permanecer vertical’), Guiraudie sigue adelante en su radical y provocativa exploración con la impredecible historia de un guionista de cine llamado Leo (Damien Bonnard), quien esta con bloqueo creativo y sale a buscar inspiración al campo. En esos caminos desolados encuentra a Yoan, un joven de rostro expresivo cuya vida parece no tener rumbo, y a Marie, cuidadora de ovejas temerosa de los lobos y madre de dos hijos, con quien pronto establece un amorío. El compromiso se consolida cuando ambos deciden tener un hijo, y Leo se muda a vivir con ella, pese a los ruegos del productor que le ha encargado un guion para rodar una nueva película. Se suman entonces dos hombres maduros, interpretados por sendos actores no profesionales, que desarrollan curiosos vínculos con el protagonista.

De ahí en adelante, el destino de Leo se vuelve un creciente deambular por situaciones inesperadas y sorprendentes. Lo vemos arriba de un bote, remando para ir al encuentro de una sanadora mistica, quedar en la ruina y ser asaltado por una banda de vagabundos que le roban todo y lo dejan desnudo en plena calle, ser perseguido por el productor y, en la escena shock que dara mucho que hablar, ayudar a morir a un viejo amante del rock de Pink Floyd con un impensado ‘suicidio asistido’ sexual.

Guiraudie se toma esta historia zigzagueante con el correspondiente humor y la debida distancia. Por cierto, sabe también poner buen cine cuando hay que hacerlo, y hace fluir su narración con una libertad que no tiene equivalente en el cine actual. Hay muchas cosas que llaman la atención en su escritura, como la capacidad de construir mundos fílmicos que bordean la ensoñación con economía de recursos y una imagen hiperrealista muy bien fotografiada; también su preciso manejo de los actores, y, sobre todo, la voluntad de hacer un cine que no se somete a las reglas del guion formal ni de algún genero conocido.

El cine de Alain Guiraudie es tan libre como ajeno a los grandes planteamientos; la historia avanza a punta de giros que sorprenden hasta lo inverosímil, y entre sus imágenes arriesgadas y poco pudorosas, palpita una pulsión profunda, como de ir hasta alla donde no se usa, hasta un margen donde casi nadie habita, pero donde todos podemos reconocer la crudeza de la experiencia humana.