Turquía bombardeó este lunes varios campos del Partido de los Trabajadores de Kurdistán (PKK) en el norte de Irak en represalia por el atentado suicida del domingo en Ankara, el segundo en menos de un mes, que dejó 36 muertos.

Pocas horas después del ataque en la capital turca, unos diez cazabombarderos golpearon las bases de los rebeldes kurdos en las montañas del norte de Irak, en los sectores de Kandil y Gara, anunció el Estado Mayor.

El atentado del domingo no fue reivindicado, pero las autoridades apuntan a los rebeldes kurdos.

“Pensamos que uno de los responsables es una mujer relacionada con el PKK”, dijo a la AFP un responsable turco que no quiso identificarse. Según la prensa, se trata de Seher Cagla Demir, un mujer que fue identificada por sus huellas digitales.

El atentado del domingo recuerda el del 17 de febrero en el mismo barrio de Ankara, cuando un vehículo suicida estalló contra un autobús militar matando a 29 personas. Esta vez sin embargo iba dirigido contra civiles.

El coche bomba estalló contra un autobús en Kizilay, un barrio muy concurrido del centro de la capital turca.

El atentado de febrero había sido reivindicado por los Halcones de la Libertad del Kurdistán (TAK), un grupo disidente de los rebeldes del PKK, que amenazó con nuevos ataques contra intereses turísticos.

Según un nuevo balance anunciado por el ministro de Sanidad Mehmet Müezzinoglu este lunes, al menos 36 personas murieron en el ataque y 71 siguen en el hospital. También falleció al menos uno de los autores, indicó.

Este lunes la plaza Kizilay estaba cerrada a la circulación y expertos de la policía científica seguían recogiendo indicios en el lugar de la explosión, protegido con lonas blancas, según un fotógrafo de la AFP en el lugar.

El domingo, las autoridades no atribuyeron enseguida el atentado a los rebeldes kurdos, como sí habían hecho el 17 de febrero, apuntando a los kurdos sirios (las Unidades de Protección del Pueblo, YPG) con apoyo del PKK. Ambas organizaciones negaron su implicación.

Antes de la tregua en Siria que entró en vigor el 27 de febrero, Turquía había bombardeado varias veces posiciones en territorio sirio de las YPG, una organización que Ankara considera aliada del PKK.

Estados Unidos condenó el ataque del domingo y reafirmó su solidaridad con Turquía “en la lucha contra la amenaza común del terrorismo”, según el portavoz del departamento de Estado John Kirby.

La embajada de Estados Unidos en Turquía había advertido el viernes de un “posible ataque terrorista” en Ankara.

El año pasado se reanudaron los combates entre las fuerzas de seguridad y el PKK en numerosas ciudades del sureste de Turquía, de población mayoritariamente kurda.

Los combates pusieron fin a la frágil tregua entre el gobierno y el PKK, que lleva a cabo una insurrección armada desde 1984.

Según Can Acun, un experto de la Fundación Turca para las Investigaciones Políticas, Económicas y Sociales (Seta), el PKK no ha conseguido movilizar a los kurdos en el sureste, por lo que ahora está “frustrado y parece haber optado por acciones espectaculares”.

Turquía también ha sido el objetivo de otros cuatro atentados desde junio atribuidos por el gobierno a los yihadistas del grupo Estado Islámico (EI).

El más grave, el del 10 de octubre, fue cometido por dos suicidas que se hicieron estallar en una manifestación prokurda frente a la estación central de Ankara. Murieron 103 personas.